Frente al Hospital de Santiago, pero ya en la calle Sagasta, se sitúa la plaza de toros, construida en 1857 en el solar que fuera convento de San Nicasio, del que toma nombre. La calle Obispo Cobos, por la que conviene seguir, es la vía importante, con abundantes y variados comercios y gran tránsito de gente. A esta calle sigue la de Mesones, peatonal y también con buenos comercios. En el número 10 se encuentra la sede de la Agencia Tributaria, ubicada en el que fuera antiguo convento de la Victoria, del siglo XVI, perteneciente a la orden de Mínimos.
Prácticamente enfrente de este edificio está la placeta de Cazabán. En ella se alza la iglesia de San Isidoro, una de las once sedes parroquiales instituidas en Úbeda tras la conquista cristiana. El templo actual data del siglo XVII, construido en sustitución del anterior, demolida a causa de su mal estado. De robusta fábrica de sillares, la espadaña de tres arcos, datada en 1862, sustituyó a la antigua torre, una de las más esbeltas de la ciudad, que tuvo que ser demolida debido a su mala conservación. La iglesia contiene dos portadas, una orientada al sur, conocida como portada del Sol, y otra al norte, que recibe el nombre de portada de la Luna. El interior tiene planta de cruz latina con bóveda de cañón y una monumental cúpula de media naranja en el crucero.
Siguiendo por Cronista muro, se entra en la calle Gradas, que desemboca a la plaza de Andalucía, a la que muchos ubetenses prefieren seguir llamando la plaza Vieja. Amplia, irregular, en la que la presencia de soportales recuerda la época en que en ella se instalaba el mercado, fue llamada también plaza de Toledo, por encontrarse en ella la Puerta con tal nombre. conserva un marcado acento histórico, a pesar de una reforma reciente que ha incluido la construcción de un aparcamiento subterráneo, lo que ha forzado a escalonarla por uno de sus laterales.
En la cara oriental de la plaza se alza la Torre del Reloj, su edificio más importante y el que la marca con su impronta. Se llama así porque, desde 1575, tiene el único reloj con que contó la ciudad. Formaba parte de la muralla del siglo XIII y a su lado estuvo la puerta de Toledo. consiste en un potente prisma de piedra de base cuadrada, al que, en el citado año se le añadió un cuerpo más, para ubicar el reloj con su maquinaria, y un precioso templete ochavado con floreros en las esquinas, diseñado por Andrés de Vandelvira.
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