Desafortunadamente, hace unos meses tuve que enfrentarme a la muerte de un familiar muy cercano, mi abuelo paterno.
No sé por qué pero mi mente no estaba preparada para ello. Los abuelos de mis amigos morían y yo me decía "esto no va a pasar con el mío y más con el gran corazón que tiene". Pero, ocurrió...
Lo peor de todo es que no fue una muerte inesperada, sino más bien estaba anunciada de meses atrás por un cáncer que se le extendió por todo el cuerpo. Digo que esto es peor que algo inesperado puesto que son días de agonía tanto para la persona que lo vive de primera mano como para los más allegados puesto que se va bien cómo afecta esta enfermedad al cuerpo y cómo se va debilitando la persona que la tiene.
Es muy triste ir viendo esta situación, pero algunos como la pareja a los hijos lo tienen que vivir para intentar ayudarle a llevarlo lo mejor posible aunque siempre hay alguno que se escaquea de esta tarea... Lo mejor para estos casos es que la persona que tenga el cáncer no se vea sola y que intente llevarlo lo mejor posible aunque esté desahuciado; pero sé que es muy fácil de decir y difícil de hacer.
Debido a la distancia territorial que había entre mi abuelo y yo, no pude visitarlo mucho durante sus últimos meses de vida puesto que tenía que trabajar y, actualmente, no se dan tantos permisos... pero si tuve la fortuna de hacerlo justo antes de que todos conociéramos la noticia y lo vi tan bien y tan lleno de vitalidad que eso me alegró muchísimo.
Esa fue la única parte buena antes de que se nos notificase su enfermedad... Cuando volví a verlo (justo un par de semanas antes de que muriera, estando unos días de vacaciones) ya no era lo mismo... había perdido mucho peso y también estaba muy demacrado; además no conocía a la gente... Cuando lo vi y no me reconoció, me sentí fatal... incluso ahora que lo estoy recordando para escribir esta entrada, me entra una tristeza enorme.
Yo tuve que volver a trabajar, puesto que mis vacaciones acabaron, pero no me despegaba del teléfono ya que mi familia estaba allí esperando a que llegase el día de la pérdida... Todo era una agonía y no podíamos hacer nada por detener la muerte anunciada... los médicos no se explicaban como seguía vivo un día tras otro puesto que no comía y apenas bebía... y cuando por fin ocurrió, no dudé en comunicarlo a mi empresa; la cuál me dio unos días para poder ir al entierro y estar allí con mi familia.
Lo que no me gustó es que no se respetase la última voluntad de mi abuelo: no quería un entierro, ni misas,... ni nada por el estilo. Él no era religioso, por lo que no quería nada que estuviera relacionado con eso... pero eso no se respetó; y a mis padres y a mi nos enfureció mucho... Por eso, desde aquí pido que se respete siempre las voluntades de las personas.
No sé dónde estarás abuelo, pero desde aquí no dejamos de pensar en ti. Siempre te llevaremos en nuestros corazones.
Desde el día que te conocí, te empecé a querer y nunca dejaré de hacerlo. Nos dijo unos días antes que desde que murió su madre cuando él tenía 13 años, llevaba buscando la felicidad. Yo se que papá le daba mucha tranquilidad. Abuelo por favor, busca a mi padre y dale muchos besos de mi parte.
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