Su transformación, a cargo de Renzo Piano, ha convertido al campus de 8 hectáreas de Los Angeles Country Museum of Art (LACMA) en un espacio aún más atractivo, y eso que ya era el mejor museo de arte de Los Ángeles.
Tiene una cueva de Aladino de cuadros, pintura, escultura y artes decorativas de todas las épocas y países. Sus galerías están repletas de grandes figuras - Rembrandt, Cézane, Magritte, Mary Cassat, Ansel Adams y David Hockney, entre otros -, y recorren varios milenios de tesoros mundiales.
El pabellón de arte japones tiene piezas zen que van desde el 3.000 a.C. al siglo XXI. Tiene escultura budista y sintoísta, cerámica y lacas antiguas, arte textil y armaduras, y el épico grabado xilográfico Cherry Blossoms at Toshogu Shrine, de Kasamatsu Shiro.
La colección de arte moderno no es moco de pavo. Tiene obras maestras de figuras como Picasso, Pissarro, Miró, Matisse, Magritte y Kandinsky; algunas provienen de la colección recientemente adquirida por Janice y Henri Lazarof.
Además de las brillantes colecciones permanentes, el LACMA alberga otras muestras itinerantes fabulosas. Hace poco acogió una de Tim Burton, una retrospectiva del artista del Bronx Glenn Ligon, en plena mitad de su carrera, y una serie de cuadros de catedrales pintados pro Monet y Lichtenstein.
El LACMA también acoge estreno de cine, retrospectivas, "conversaciones" públicas con pesos pesados como Clint Eastwood y John C. Reilly, y una serie de lecturas en directo de guiones clásicos dirigidas por Jason Reitman (Up In The Air).
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