La vida en Venice se mueve a un ritmo distinto, hecho palpable sobre todo en el célebre paseo marítimo de Venice, oficialmente conocido como Ocean Front Walk.
Es todo un espectáculo de feria, un zoo humano, un grotesco carnaval, pero, en cuanto a experiencias angelinas, una visita obligada.
Están garantizados encuentros con Schwarzeneggers en ciernes, aspirantes a estrellas de baloncesto, un encantador de serpientes vestido de Speedo y un juglar sij con patines canturreando a lo Hendrix.
En verano la pasarela está siempre en plena ebullición. Fuera de temporada sigue habiendo vida hacia la puesta de sol, cuando el gentío se reúne en los bares y cafés y en el carril bici.
Durante todo el año, el círculo de percursión de los domingos por la tarde atrae a cientos de juerguistas con su aporreo tribal y sus bailes espontáneos sobre las lomas que hay tras el skate Park.
Hace ya tiempo que es destino de los skate punks y ahora su cemento se ha moldeado de forma oficial para convertirse en el Venice Beach Skate Park. tiene 5.000 metros cuadrados de terreno de rampas, transiciones y rectas con vistas ininterrumpidas del océano. La pista para los skaters de la antigua escuela y el enorme bowl son los sitios más frecuentados por los espectadores.
Al sur del Venice Pier, en Washington Blvd, las hordas se disipan y las arenas doradas se despliegan impolutas. Las olas fluyen con rítmica cadencia y son idóneas para el bodysurf. En un instante, se organiza un partido de voleibol.
Los exhibicionistas de gimnasio se broncean y entrenan en Muscle Beach, el famoso gimnasio al aire libre en pleno paseo marítimo donde Arnold adquirió volumen.
Venice Beach lleva mucho tiempo vinculada al arte humano. Durante décadas hubo mucha tirantez entre sus artistas callejeros y el cumplimiento de la ley. Pero el arte ganó y hoy el Venice Beach Graffiti Park, un conglomerado de torres y muro de hormigón garabateados cerca del skate park, está siempre abierto a los Picassos del aerosol.
Pocos angelinos saben que a sólo un par de manzanas del buillicio del paseo marítino hay un barrio idílico llamado Venice Canals que conserva 4'8 km de canales del célebre promotor inmobiliario y magnate del tabaco Aboot Kinney.
El famoso Venice Boardwalk es el punto de reunión de lunáticos, espíritus libres, modernos y atletas. Tiene gimnasios al aire libre, viviendas de alquiler junto a la playa, parques para patinar y cículos de tambores.
El Fig's Tree Café sirve las mejores comidas del paseo marítimo.
Main St tiene dos de los edificios más cautivadores de Venice. Ballerina Clown se alza cual retorcida divinidad hermafrodita sobre un edificio por lo demás prosaico en la escquina de Main rose. Enfrente está el Chiat/Day, fabolusa obra de Gehry.
Abbot Kinney, el hombre que abrió los canales y bautizó la ciudad, estaría encantado con el bulevar que lleva su nombre. Está repleto de tiendas, galerías y restaurantes únicos e independientes.
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