Nunca imaginé que yo iba a ir a una fábrica de cerveza puesto que no me gusta el alcohol ni la cerveza. Me sonaba raro que la gente me preguntara por qué no bebo o por qué no iba a la excursión de la fábrica de cerveza. Finalmente, me lo pensé mejor y accedí a ir al Guinness StoreHouse aunque no iba a probar nada.
Ha sido muy interesante la visita puesto que nunca pensé que hacer cerveza fuera tan complicado. Se aprende un montón de cosas y además si uno se pilla el walkman en inglés, se puede aprender mucho vocabulario y expresiones que no se enseñan en las escuelas.
La visita no es cara e incluyen tickets para canjearlos por cerveza negra al final, pero como no bebo me los he traído a casa.