El barrio de la Macarena es uno de los menos afectados por el éxodo y la desmembración social que supuso el derribo de las casa antiguas.
Es, además, el núcleo de la urbe que mejor mantiene sus señas castizas y en el que aún persiste un habla peculiar, lleno de giros y contracciones, que fue adoptado por el resto de la ciudad.
Se afirma que durante la dominación romana ya existía aquí un núcleo de población. De hecho, todos los indicios apuntan a que el nombre procede de Macaria, hija de Hércules, en cuyo honor se construyó esta puerta de la ciudad del Betis. El barrio alcanza entidad administrativa bajo el reinado de Carlos III con la repartición llevada a cabo por el asistente Olavide, que lo diferencia como uno de los cinco arrabales que circundaban los cuatro cuarteles, o barrios principales.