Tras el fracaso que tuvimos en Cádiz, me daba un poco de miedo comer en otro sitio y que la comida me sentará otra vez mal ya que lo pasé fatal... Pero me podían más mis ganas de comer bien que lo otro; así que volvimos a intentarlo en un mesón de Algodonales.
Cuando llegamos, vimos que estaba todo a tope (incluso la terraza en pleno diciembre porque hacía muy bueno) así que eso nos dio la impresión de que la comida era buena.
Entramos, nos sentamos dentro y pedimos varias tapas variadas (calamares a la romana, brochetas de pollo y croquetas) y nuestras bebidas. Todo fue en abundante con grandes acompañamientos (patatas asadas o fritas y/o ensalada) y buenísimo. Nos relamíamos con cada plato.