Meiji-jingū, el santuario sintoísta más majestuoso de Tokio está dedicado al emperador Meiji Tennō y la emperatriz Shōken. Su reinado [1867-1912] coincidió con el paso a la nación moderna de un Estado feudal y aislacionista. Edificado en 1920, fue destruido durante los ataques aéreos de la Segunda Guerra Mundial y reconstruido en 1958; sin embargo, a diferencia de muchas restauraciones de la posguerra, Meiji-jingū conserva su aire genuino. Ocupa solo una mínima parte de sus extensos jardines boscosos con 120.000 árboles traídos de todo el país.
Las altas torii (puertas) marcan la entrada al santuario y espacio sagrado. La mayor, creada a partir de un ciprés taiwanés de 1500 años, mide 12 metros de altura. Por el camino se ven hileras de decorativos barriles de sake: son obsequios al santuario, y objeto de muchas fotografías.