Desde que empecé a trabajar en una empresa estable, empecé a imaginar cómo sería mi vida si me independizara. Llegó a volar tanto mi imaginación que me pregunté, ¿y si en lugar de soñar, busco una casa de verdad para poder así comprobar cómo es vivir sola?
Así que me puse manos a la obra para buscar piso, no sin antes plantearme una pregunta muy importante, ¿alquiler o compra? Yo me decidí por la compra por dos motivos: uno podría tener una propiedad y otro era que con el alquiler no iba a ahorrar mucho si más adelante quisiera comprar.
Tras darle muchas vueltas a la cabeza a la pregunta anterior y tomar mi decisión, tenía que poner unos límites en la búsqueda; pero unos límites reales, nada de cosas fantásticas e inalcanzables: ¿cuánto me quería gastar?, ¿chalet o piso?, ¿cuánto de gasto de comunidad como tope?, ¿cuántos dormitorios?, ¿cuántos baños?, ¿garaje?, ¿trastero?, ¿piscina?, ¿parque?, ¿tipo de orientación?, ¿con o sin reforma?,... había tanto que decidir antes de empezar a buscar, que no sabía cómo hacerlo.
Yo empecé poniendo unos límites que para mi eran reales, pero en Majadahonda (cómo ya sabéis hasta ahora he vivido allí) era imposible; por lo que tenía que buscarlo en otro municipio que fuera alcanzable para mi economía. Aún así mi madre siempre me decía "Es imposible que encuentres lo que busques", pero yo no me desanimaba.
Estuve meses y meses viendo páginas web como idealista, fotocasa, red piso, tecnocasa,.. a medida que iba pasando el tiempo fui quitando algunos limites, pero al bajarlos... no encontraba lo que me gustaba. ¡Era desesperante! Descarté muchas casas porque había que tirarlas y empezar desde cero, otras por la orientación, otras porque me parecían zulos,... y daba igual la zona, en todas las zonas que miré siempre era lo mismo.
Cuando ya casi empecé a desesperarme y vi una oferta con la casa que buscaba en un principio (con todos los limites que me había puesto inicialmente), no me lo podía creer. Tenía que verla en persona para ver si era la misma que había visto en Internet.
Primero fui con mi madre, luego con mi padre, mi pareja y su madre,... fuimos muchos a verlo. ¡Era una pequeña casa que parecía de en sueño! Estaba súper ilusionada por haber encontrado lo que yo quería.
Después de la batalla de la búsqueda, venía otro punto que hasta ese momento no me había planteado. ¿Qué clase de hipoteca debía de coger? Tenía que luchar con todos los bancos para ver quién me ofertaba lo mejor y sin tener muchas condiciones que llevar al mismo (dinero, tarjetas, fondos de inversión, seguros, etc). Eché miles y miles de cuentas, tantas que a mis padres y a mi pareja les estaba volviendo locos diciendo "tal banco tiene mejores condiciones que este otro, pero a cambio tengo que hacer esto", "y este otro tiene estas otras prestaciones",... Casi acabamos todos como Jim Carrey en la película Número 23 apuntando número en todos los sitios.
Al final me decidí ir a una sucursal donde yo conocía a la directora y pude negociar bien los términos de mi hipoteca. Además, de esta manera me podía enterar mejor (y sin engaños) de cómo iba todo lo que iba pidiendo. También me preparó bien para ir al notario, ya que éste lee todo muy deprisa con un lenguaje incomprensible, por lo que apenas uno se puede enterar de las cosas.
Ahora estoy contenta con la compra que he hecho puesto que los precios están empezando a subir y no hubiera conseguido la casa con mis limites. Lo único que me tiene ahora desesperada es la obra que estoy haciendo para que quede (casi) todo a mi gusto.
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