Por navidades, nos regalaron a mi chico y a mi una caja de experiencias de smartbox Deseos para dos, en la cual se incluyen muchas actividades a hacer: restaurantes, spas, masajes,... incluso cosas de aventuras. Hubo una de éstas últimas que me llamó la atención porque nunca lo había hecho y sentía curiosidad: un paseo a caballo en Cercedilla. Cuando se lo dije a mi pareja, no dudó en decirme que sí porque él tampoco lo había hecho y es muy raro que yo diga hacer algo de "deporte" puesto que no me gusta nada.
Reservamos para un domingo en plena ola de calor en Madrid, pero como íbamos a la sierra de la provincia no nos importaba mucho. Aunque he de decir que algo preocupados sí estábamos porque no sabíamos si iba a haber algo de sombra. Nuestras inquietudes se disiparon al llegar al lugar porque se estaba super bien. ¡La temperatura era ideal! Incluso mejor que en casa. ¡10º C menos que en la capital!
Como llegamos pronto al sitio, estuvimos viendo como cuatro niñas montaban a caballo y lo pasaban bomba.
Cuando llegó nuestro turno, el primero en subir fue mi pareja y parecía que era sencillo... mientras que él estaba allí ajustando la montura con un monitor, un caballo se salió de las cuadras y se puso a mí lado. Así que la persona encargada, me dijo que me había elegido.
Al llegar mi turno de subir, yo miraba al caballo y éste a mí... cada vez me ponía más tensa porque lo veía muy alto y no sabía cómo iba a llegar ahí arriba. Con mucha ayuda, lo conseguí mientras que el animal estaba quieto.
Tras hacer todas la verificaciones, el monitor me indicó unas instrucciones sencillas: si quería girar a la izquierda torcer las riendas a la izquierda, al revés para ir a la derecha, relajar las riendas para que caminase, tirar un poco para que frene, más hacia atrás para ir marcha atrás y dar en los laterales para que fuera más deprisa. Con todo eso y sin ninguna prueba, me dijo "Ale, a caminar detrás de tu chico". Iba muerta de miedo y cuando el caballo se movía templaba más.
Pasados ya los primeros 5 minutos de paseo, me fui relajando ya que veía que el animal me obedecía y además veía que era muy manso... Hacía lo mismo que el de delante. Sí el primero caminaba, el mío caminaba, si el otro trotaba, el mío trotaba.... Y así.
Una vez que se me pasaron los nervios, me fui relajando y disfrutando del bonito camino por el que fuimos. Sinceramente, si, llego a saber que era así de fácil, no hubiera tenido tantos temores.
¡Ha sido una experiencia preciosa y tengo ganas de volver! ¡¡¡ 100 % R E C O M E N D A B L E !!!
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