Hace pocos meses publiqué una entrada sobre mis quejas del transporte público de Madrid, hoy os traigo lo mismo pero sobre Nueva York; quitando los taxis puesto que no he cogido ninguno allí.
Aunque no he tenido mucho tiempo para ver cómo es realmente, sí que he podido comprobar que es bastante peor que el de Madrid (por desgracia, ha hecho bueno al de mi provincia).
Voy a comenzar con los billetes, son más caros que en mi país; como ya mencioné ayer. Pero no solo eso, sino que no puedes tener un bono de x viajes para ahorrarte algo de dinero, sino únicamente billetes sencillo, de un día, de una semana o de un mes.
Si uno quiere ir al norte debe ir a una boca que ponga Uptown y si quiere ir al sur debe de ir a una que ponga Downtown porque si uno se equivoca y ya ha pasado la tarjeta por los tornos, toca salir y volver a pagar (a no ser que ese andén comunique con el otro a través de unas escaleras, que de esos hay pocos).
Además, raro es ver una estación con escaleras mecánicas, casi ninguna tiene (solo las principales y más conocidas) por lo que si uno va cargado con maletas o es un discapacitado, lo tiene difícil para entrar.
Una vez que uno ya ha entrado y está esperando al metro/tren, puede ver por las vías unas cositas que se mueven por ellas; efectivamente, es lo que estáis pensando: RATAS. ¡Qué horror! ¡Qué asco!
Al igual que pasa en Madrid, muchas veces no se respetan los asientos asignados a personas que realmente lo necesita y eso me da mucha rabia porque personas mayores, minusválidas, embarazadas,... o cualquier otra cosa aguantan mucho menos tiempo de pie y con riesgo a caerse en los acelerones y frenazos que aquellas que están en perfectas condiciones para estar levantados. ¡No soporto ver a la gente sufrir y que nadie haga algo por ella!
Por lo que me han contado (yo no he visto nada de esto), también se sufren muchas agresiones sexuales hacia la mujer por lo que suelen quedarse cerca de los tornos para poder pedir ayuda con facilidad en los interfonos o las personas que pasan por allí así que no suelen moverse hacia los laterales de los andenes para no estar solas. ¡Falta de respeto!
Otra cosa que me dejó impactada es la poca higiene que hay allí, parece que nunca han pasado ni un trapo o una fregona por los asientos, puertas y suelo así que está bastante sucio todo.
Hasta ahora me he referido todo al metro o al tren, pero el autobús no es mucho mejor, además que se tarda un siglo en llegar a los sitios debido a los grandes atascos que hay en todas las calles y avenidas por lo que no lo recomiendo para nada a no ser que uno se quiera echar una buena siesta antes de llegar al lugar que uno desea. Además tienen muy pocos asientos y está muy mal aprovechado el espacio que hay en el interior por lo que más probable es que uno viaje de pie en lugar de sentado.
Seguramente se me olvide alguna cosa que no haya mencionado, pero todo lo que escribo es lo que me ha llamado la atención respecto al transporte público en este último viaje a Nueva York.
Aunque no he tenido mucho tiempo para ver cómo es realmente, sí que he podido comprobar que es bastante peor que el de Madrid (por desgracia, ha hecho bueno al de mi provincia).
Voy a comenzar con los billetes, son más caros que en mi país; como ya mencioné ayer. Pero no solo eso, sino que no puedes tener un bono de x viajes para ahorrarte algo de dinero, sino únicamente billetes sencillo, de un día, de una semana o de un mes.
Si uno quiere ir al norte debe ir a una boca que ponga Uptown y si quiere ir al sur debe de ir a una que ponga Downtown porque si uno se equivoca y ya ha pasado la tarjeta por los tornos, toca salir y volver a pagar (a no ser que ese andén comunique con el otro a través de unas escaleras, que de esos hay pocos).
Además, raro es ver una estación con escaleras mecánicas, casi ninguna tiene (solo las principales y más conocidas) por lo que si uno va cargado con maletas o es un discapacitado, lo tiene difícil para entrar.
Una vez que uno ya ha entrado y está esperando al metro/tren, puede ver por las vías unas cositas que se mueven por ellas; efectivamente, es lo que estáis pensando: RATAS. ¡Qué horror! ¡Qué asco!
Al igual que pasa en Madrid, muchas veces no se respetan los asientos asignados a personas que realmente lo necesita y eso me da mucha rabia porque personas mayores, minusválidas, embarazadas,... o cualquier otra cosa aguantan mucho menos tiempo de pie y con riesgo a caerse en los acelerones y frenazos que aquellas que están en perfectas condiciones para estar levantados. ¡No soporto ver a la gente sufrir y que nadie haga algo por ella!
Por lo que me han contado (yo no he visto nada de esto), también se sufren muchas agresiones sexuales hacia la mujer por lo que suelen quedarse cerca de los tornos para poder pedir ayuda con facilidad en los interfonos o las personas que pasan por allí así que no suelen moverse hacia los laterales de los andenes para no estar solas. ¡Falta de respeto!
Otra cosa que me dejó impactada es la poca higiene que hay allí, parece que nunca han pasado ni un trapo o una fregona por los asientos, puertas y suelo así que está bastante sucio todo.
Hasta ahora me he referido todo al metro o al tren, pero el autobús no es mucho mejor, además que se tarda un siglo en llegar a los sitios debido a los grandes atascos que hay en todas las calles y avenidas por lo que no lo recomiendo para nada a no ser que uno se quiera echar una buena siesta antes de llegar al lugar que uno desea. Además tienen muy pocos asientos y está muy mal aprovechado el espacio que hay en el interior por lo que más probable es que uno viaje de pie en lugar de sentado.
Seguramente se me olvide alguna cosa que no haya mencionado, pero todo lo que escribo es lo que me ha llamado la atención respecto al transporte público en este último viaje a Nueva York.
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