Nuestra primera parada en la Luna de Miel fue Kioto donde estuvimos muy poco tiempo para poder hacer el recorrido que teníamos pensado. Pero antes de contaros cómo es, dejadme que os diga lo mucho que nos costó llegar al lugar.
Como siempre ocurre cuando viajamos, vivimos aventuras y esta vez no iba a ser menos... aunque ahora lo cuente un poco más alegre, yo pasé muchísima angustia por un cúmulo de cosas: un trayecto muy largo en el avión, sin descansar, colas y colas en todos los sitios, etc.
Cuando llegamos al aeropuerto de Osaka con la compañía Cathay Pacific (como os comenté en la entrada anterior), teníamos que coger un tren que se llama Limited Express Haruka, el cuál tardaba una hora y veinte minutos para llegar a la estación de Kioto. Por desgracia, no pudimos cogerlo porque ese día había un tifón y se canceló la salida del mismo, así que nos dieron una alternativa de una serie de transbordos de trenes hasta llegar a nuestro destino. Aceptamos a regañadientes ya que no nos quedaba más remedio... Al llegar a hacer el último transbordo, vemos que también se cancela ese por el clima. Desesperados, ya le dije a mi pareja; cogemos un taxi cueste lo que cueste; pero al llegar al sitio donde se cogen vemos que hay una cola de espera larguísima (como de 3 ó 4 horas). Parecía aquello una pesadilla. Finalmente, cogimos el metro y pudimos llegar; eso sí, bien pasados por agua. Lo que iba a ser 1:20 horas se convirtieron en 5.
Agotados en el hotel, cenamos y nos fuimos a dormir.
Tras levantarnos por la mañana, le dije a mi pareja que yo estaba con el jetlag y cansada por lo del día anterior, que si le parecía bien; después de desayunar volviéramos a la habitación a dormir un poco más para poder recuperar fuerzas y así ser persona de nuevo. Así que eso hicimos aunque perdiéramos medio día para visitar lugares; nos daba igual para nosotros era preferible descansar un poco así disfrutar más de nuestro viaje de novios que ir a trotacaballo desganados.
Ya solo nos quedaba poco más de 24 horas allí cuando nos despertamos, por lo que tuvimos que seleccionar solo unas pocas cosas de lo que llevábamos planeado; pero lo pasamos bomba viéndolo:
Kiyomizu-dera
Este antiguo templo se levantó pro primera vez en el año 798, pero los edificios actuales son reconstrucciones de 1633. Como parte de la escuela budista Hossō, que se créo en Nara, ha logrado sobrevivir a las múltiples intrigas de las escuelas budistas de Kioto a través de los siglos y ahora es uno de los monumentos más famosos de la ciudad, por lo que es posible que esté abarrotado de gente en primavera y otoño.
En la sala principal hay una gran terraza que se apoya sobre cientos de columnas y sobresale por encima de la ladera. Debajo de esta sala está el manantial Otowa-no-taki, donde los viajeros beben agua sagrada que, según se cree, tiene propiedades terapéuticas. El recinto está salpicado de otros monumentos y santuarios. En Jish-jinja, el santuario del jardín, el viajero intenta asegurarse el éxito en el amor caminando con los ojos cerrados unos 18 metros entre un par de piedras, si no se llega a la segunda piedra, no se conseguirá el amor deseado.
La empinada subida al templo se llama Chawan-zaka (calle de la Tetera) y está bordeada de tiendas en las que se vende artesanía de Kioto, comida rápida local y souvenirs.
Ninen-zaka y Sannen-zaka
Bajando un poco al norte de Kiyomizu-dera, se encuentra uno de los barrios mejor restaurados de Kioto, la zona de Ninen-zaka y Sannen-zaka. el nombre hace referencia a sus dos calles principales: Nine-zaka, literalmente "colina de Dos Años", y Sannen-zaka "colina de Tres Años". Ambas llenas de encanto y festoneadas de antiguas casas de madera, tiendas tradicionales y restaurantes.
Yasaka-jinja
Este colorido santuario está a los pies de la colina Maruyama-Kōen. Se considera el santuario custodio del cercano Gion y a veces se le llama, cariñosamente, "Gion-san". Es muy popular como lugar para Hatsu-mōde (la primera visita a un templo del nuevo año). Quien no tema las estampidas, puede visitarlo alrededor de la medianoche en Nochevieja o en los días siguientes. No cabe duda de que el que sobrevive a esta aglomeración está bendecido por los dioses. Yasaka-jinja también patrociona el festival más grande de Kioto, Gion Matsuri.
Maruyama-Kōen
Este parque es un lugar perfecto para escapar del bullicio de la ciudad y pasear tranquilamente por los jardines, estanques, tiendas de souvenirs y restaurantes. Los senderos tranquilos serpentean entre los árboles y las carpas se deslizan bajo las aguas de un pequeño estanque que hay en medio.
Durante dos semanas a finales de marzo y principios de abril, cuando florecen los numerosos cerezos del parque, la tranquilidad del lugar se rompe porque porque hordas de jaraneros llegan en masa a disfrutar del hanami (observación de flores). El eje central es un inmenso shidarezakura, un cerezo llorón. Éste es realmente uno de los puntos de interés más hermosos de Kioto, sobre todo cuando, por la noche, está iluminado desde abajo. Para los que soportan las multitudes, es un buen lugar para observar a los japoneses en su momento de máxima desinhibición. Es mejor llegar temprano y asegurarse un buen sitio elevado en el lateral este del parque desde el que contemplar el tumulto con tranquilidad.
Chion-in
Chion-in se construyó en 1234 en el enclave donde un célebre monje, que respondía al hombre de Hōnen, difundió sus enseñanzas hasta que murió tras un largo ayuno. Hoy sigue siendo la sede de la escuela budista Jōdo, fundada por Hōnen, y un lugar que bulle de actividad. Quienes gusten de la majestuosidad, quedarán satisfechos en este templo.
La más antigua de las construcciones actuales se remonta al siglo XVII. En la entrada principal, la San-mon de dos pisos, una puerta típica de templo budista, es la más grande Japón y da una idea de la imponente envergadura del edificio. En la inmensa sala principal hay una imagen de Hōnen. Esta sala se comunica con la de Dai Hōjō a través de un suelo "de ruiseñor" (suelos que suenan y crujen a cada paso, lo que impide que los intrusos caminen sigilosamente). La extraordinaria magnitud de los edificios refleja la popularidad de la escuela Jōdo, que mantiene que la ferviente fe en Buda es todo lo que se necesita para alcanzar la salvación.
La enorme campana, fundida en 1633 y con un peso de 74 toneladas, es la más grande de Japón. Se necesita la fuerza de 17 monjes para tañerla en la conocida ceremonia que anuncia la llegada del nuevo año.
Gion
A un minuto a pie de la estación de Keihan Shijō, en la ribera este del Kamo-gawa, es un distrito famoso por sus actividades de ocio y sus geishas. La arquitectura moderna, la congestión de tráfico y los locales nocturnos le roban parte de su belleza histórica, pero siguen quedando algunos lugares con encanto por los que pasear. Gion queda, a grandes rasgos, entre Sajō-dōri y Gojō-dōri y entre Higashiyama-dōri y Kawabata-dōri.
La calle Hanami-kōji va de norte a sur y corta Shijō-dōri en dos. La parte sur está bordeada de restaurantes y casa de té tradicionales del siglo XVII, muchos de los cuales son establecimientos exclusivos para actuaciones de geishas. Si se pasea por allí a última hora de la tarde o al anochecer, a veces se pueden ver geishas o maikos de camino a sus citas de vuelta de ellas.
Si se va al norte desde Shijō-dōri por Hanami-kōji, en el cuarto cruce está Shinmonzen-dōri. Conviene pasear en cualquier dirección por esta calle repleta de casas antiguas, galerías de arte y tiendas de antigüedades.
Para ver más edificios históricos en la ribera del río, hay que bajar por Shirakawa Minami-dōri, que está pasando la siguiente manzana al sur y es paralela a la parte oeste de Shonmonzen-dōri. Es una de las calles más bonitas de Kioto.
Ponto-chō
El tradicional distrito de vida nocturna de Ponto-chō es una calle estrecha que discurre entre Sanjō-dōri y Shijō-dōri, al oeste del Kamo-gawa. Es mejor ir por la noche cuando los tradicionales edificios de madera y los faroles colgantes recrean el maravilloso ambiente del antiguo Japón. También un buen lugar para ver a geishas y maikos de camino a sus citas o al volver de ellas. En las noches del fin de semana es probable ver a una o dos, si uno espera un rato en el extremo de la calle que da a Shijō.
Torre de Kioto
Si uno quiere orientarse y hacerse una idea del trazado de Kioto nada más llegar a la ciudad, la Torro de Kioto es perfecta para hacerlo. Esta torre retro, situada a la salida de la puerta de Karasuma de la estación parece un cohete posado sobre el hotel Kyoto Tower. Desde lo alto se dominan unas excelentes vistas panorámicas y uno puede hacerse de una idea de lo que es la bonchi de Kioto. Se pueden utilizar prismáticos gratuitos para contemplar las estupendas vistas de Kiyomizu-dera y del sur hasta Osaka.
Estación de Kioto
El edificio de la estación de Kioto es una impresionante estructura de acero y cristal: una catedral futurista para la era del transporte. Inaugurado en septiembre de 1997, suscitó todo tipo de opiniones. Algunos críticos lo atacaron por apartarse de la arquitectura tradicional de Lioto; a otros les encantaron sus espacios abiertos y sus líneas espectaculares.
A pesar de las críticas, uno se queda impresionado ante el enorme atrio que se eleva sobre la planta principal. Se recomienda explorar todas las plantas hasta llegar al mirador del piso 15º. Los que no tengan vértigo deberían atreverse con las escaleras mecánicas que en el lateral este de la planta 7ª y subir hasta la plataforma aérea de la 11ª, situada encima de la planta principal.
El edificio cuenta con muchas zonas de restaurantes y un espacio para actuaciones, y en él tienen su sede el Centro Internacional de la Prefectura de Kioto y los grandes almacenes Isetan.
Tō-ji
Este templo se fundó en el año 794 por decreto imperial para proteger la ciudad. En 818, el emperador se lo entregó a Kūkai, fundador de la escuela budista Shingon. Muchos de los edificios quedaron destruidos por el fuego o las luchas que tuvieron lugar durante el siglo XV; casi todos los que quedan son del siglo XVII.
En la Kōdō hay 21 imágenes que representa un mandala del Mikkyō. La Kondō contiene estatuas de la trinidad de Yakushi. En la parte sur del jardín hay una pagoda de cinco plantas que, después de sufrir cinco incendios, fue reconstruida en 1643; es la más alta de Japón, con una altura de 57 metros.
El día 21 de cada mes se celebra aquí la feria-mercado Kōbō-san. Las ferias de diciembre y enero son especialmente animadas.
Nishi Hongan-ji
Toyotomi Hideyoshi construyó este templo en 1591. Conocido por Hongan-ji, se creo como sede de la escuela budista Jōdo Shin-shū, que había acumulado un poder inmenso. Más adelante Ieyasu Tokugawa pensó en que este poder suponía una amenaza e intentó debilitarlo, instando a los disidentes a que fundaran Higashi Hongan-ji en 1602. Entonces el templo original Hongan-ji pasó a lmarse Nishi Hongan-ji. Ahora es la sede de la rama Hongan-ji de la escuela Jōdō Shin-shū, con más de 10.000 templos y 12 millones de discípulos en todo el mundo.
El templo consta de cinco edificios que muestran algunos de los ejemplos más refinados de la arquitectura y el éxito artístico del periodo Azuchi-Momoyama.
Vale la pena visitar la sala Daisho-in para ver sus suntuosas pinturas y tallas y su decoración de metal. Un jardicinto y dos escenarios para nō están conectados a la sala. La desulmbrante puerta Kara-mon está decorada a base de una complicada talla. Tanto la sala Daisho-in como la puerta Kara-mon se transportaron desde Fushimi-jō.
Higashi Hongan-ji
Cuando Ieyasu Tokugawa logró la escisión de la escuela budista Jōdo Shin-shū, fundó este templo para competir con Nishi Honga-ji. Fue reconstruido en 1895 después de un incendio y sus proporciones son monumentales, pero, artísticamente hablando, impresiona menos que su homólogo. Un objeto curioso que se expone es un trozo de cuerda hecha de pelo donado por mujeres creyentes que se utilizó para transportar la madera para la reconstrucción. El templo se ha convertido ahora en la sede de la rama Ōtani de la escuela de Jōdo Shin-shū.
Shōsei-en
Merece la pena visitar el jardín Shōsei-en, a cinco minutos a pie de Higashi Hongan-ji por el este. Este parque encantador, en el que se encuentra la casa de campo Kiko-tei, se finalizó en 1657. En el lugar perfecto para merendar o simplemente pasear alrededor del hermoso estanque Ingetsu-ike.
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