La calle Sierpes termina en la plaza de San Francisco, escenario de torneos en la Edad Media, plaza de toros, lugar de ejecuciones públicas y también, más tarde, escenario de unos autos de fe que, por número y crueldad en el montaje, no tuvieron parangón en la cristiandad. Según las crónicas, en tiempos de la inquisición se celebraba en esta plaza al menos una ejecución pública cada tres semanas, en un largo y complejo ritual al que asistían más de 20.000 personas. Los condenados, elegidos para dar ejemplo, eran conducidos en procesión, vestidos con sus mejores galas y mutilados o, excepcionalmente, asesinados allí mismo.
En el siglo XVI esta era la plaza más representativa de la ciudad. De ese tiempo es la fuente, de la que emerge una estatua del dios Mercurio, símbolo del comercio, realizada por Juan de Bolonia.
A un lado de la plaza se encuentra el Ayuntamiento de Sevilla, y al otro el antiguo palacio de la Audiencia Real, llamado durante los siglos XV y XVI la Casa Cuadra, por encontrarse donde los alcaldes medievales resolvían los pleitos civiles y criminales. Es una muestra arquitectónica que se cataloga dentro de lo que se llama "la Sevilla americana", y dispone de un vistoso patio. El palacio sirvió como audiencia hasta 1960, año en el que el tribunal territorial se desplazó al Prado de San Sebastián y es ahora la oficina principal de la Caja de Ahorros de San Fernando.
Hoy la plaza de San Francisco sirve cada año para instalar las gradas o palcos para ver el paso de las procesiones en Semana Santa y la solemne exposición de la Santa Custodia del día de Corpus Christi. O es el escenario de la Ferio del Libro y otros acontecimientos que cada año se encuentran en la agenda cultural de la ciudad.
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