La calle Antonia Díaz concluye en el paseo Cristobal Colón, donde se encuentra la puerta principal de la plaza de toros, uno de los monumentos más representativos de la Sevilla del siglo XVIII. Es, junto a la Ronda y la de santa Cruz de Mudela, una de las más antiguas y artísticas de España. Para un amplio sector de aficionados esta es la catedral indiscutible del toreo.
Como edificación, la plaza de toros se distingue por su colorido, en el que se combina la intensidad dorada del albero, la cal, el mármol y el ladrillo.
La Real Maestranza de Caballería es una corporación nobiliaria, con orígenes en los tiempos de la Reconquista aunque su reorganización data del siglo XVIII. Esta institución es la propietaria de la plaza. Felipe V dispuso que el hermano mayor fuera siempre una persona real y es por ello que el palco principal permanece cerrado en ausencia del rey don Juan Carlos o los miembros de la familia real.
La nueva plaza de toros comenzó a edificarse sobre la antigua en 1761, con los planos del arquitecto Vicente San Martín. Tardó 119 años en concluirse pero, aún así, se siguió toreando en el mismo lugar, y ya desde desde el año siguiente al inicio de las obras se celebraron corridas hasta de 20 toros. En estos tiempos se vivieron los grandes hitos de la escuela taurina sevillana del siglo XVIII, la más importante, junto a su rival la rondeña, para la interpretación de la tauromaquia en este siglo.
En 1787 ya se había levantado la tercera parte y la totalidad de la fachada, manteniéndose en el resto la vieja estructura de madera. Fernando VII impulsa fuertemente la Maestranza y, en 1830, el mismo año en que cierra las Universidades, crea la Escuela de Tauromaquia en el sevillano barrio de San Bernardo. La plaza se concluyó con planta casi circular y cubriendo los tendidos altos con arcos de medio punto sobre columnas de mármol, que culminan en un tejado.
La fachada principal se terminó con un gran arco de medio punto, bordeado por columnas toscanas, y un entablamento sobre el que se encuentra un balcón rematado en frontón.
Tras la puerta del Príncipe se encuentra el palco principal o del Príncipe, con un arco de medio punto, flanqueado por columnas jónicas arropando el balcón.
A ambos lados del palco hay columnas corintias, sobre las que se levanta un arco escarzano en cuyo tímpano se representa el escudo real y dos figuras alegóricas. Esta es la puerta por donde salen a hombros los toreros que han triunfado.
Desde 1977, a raíz de unas obras de acondicionamiento de los pisos bajos, la plaza de toros cuenta con unas dependencias habilitadas como Museo Taurino, en el que se expone, además de interesantes recuerdos históricos y artes de la faena, un capote pintado por Picasso.
El edificio encalado, que se ve contiguo y adosado al círculo de la plaza, alberga la casa y capilla de la Real Maestranza de Caballería. Son dos construcciones levantadas con los planos ejecutados por Anibal González en 1929 y llevadas a cabo por diversos arquitectos. En la casa de la Real Maestranza, sobresale la biblioteca, con pinturas al temple de Hohenleiter.
Justo enfrente de la plaza de toros, al otro lado del paseo de Colón, se encuentra la estatua de Carmen la Cigarrera, obra del escultor Sebastián Santos Rojas, más famosa por la ópera de Bizet que por el texto de Prosper Mérimée
La escultura se sitúa entre la calle Betis, donde tenía el domicilio, y la plaza de toros, lugar donde el puñal de José le dio la muerte, mientras aún se escuchaban los vítores para su "toreador".
No hay comentarios:
Publicar un comentario