En el cruce de la salida de la Casa de la Moneda con el inicio de la calle Santander se encontraba la casa y barbería del popular Fígaro, otro de los mitos sevillanos, protagonista de las óperas: El barbero de Sevilla y Las bodas de Fígaro. Fue un personaje popular, famoso por su habilidad en rizar pelucas o teñir canas, pero sobre todo, por su forma de tocar la guitarra y bailar en las fiestas.
La calle Santander se construyó sobre el antiguo emplazamiento del paño de muralla que defendía Sevilla por el flanco sur y que unía el alcázar con el río con tres importantes torres, que aún se conservan.
La primera es la que se ve haciendo esquina con la avenida de la Constitución, la pequeña torre de Abad-El-Aziz, príncipe musulmán, que se recuerda envuelto en una bella historia de amor con su mujer, Doña Egilona, y con el que Sevilla deja de ser la capital del emirato árabe en el año 715. Se asegura que fue en esta torre donde se colocó la primera bandera cristiana de la Reconquista. En el cruce con la calle Temprado se hallaba el Postigo o la Puerta del Carbón; un azulejo del siglo XVIII marca el punto exacto de su antigua ubicación, y tras esta construcción se alza la Torre dela Plata, que data del siglo XIII y es la última gran cosntrucción de carácter defensivo que realizaron los árabes en Sevilla, de cuya época, se aprecia su planta octogonal, las almenas con capuchón del remate y las fajas ornamentales de ladrillo.
Cuando la calle Santander sale de nuevo al encuentro del río por el amplio paseo de Cristobal Colón, en la acera de enfrente, emerge la tercera de estas torres, la Torre del Oro, otro de los símbolos que han expandido la imagen de Sevilla universal.
La Torre del Oro es una construcción albarrana, es decir, separada de la muralla, realizada al final de los reinos de taifas en el primer tercio del siglo XIII. Se desconoce el nombre del constructor pero se sabe que se levantó por orden del regidor Abridola y que desde su fundación se llamó Borg-al-Azajal, que significa torre del Oro.
Todavía se sigue discutiendo si el nombre se debe a que estuvo revestida de azulejos dorados, que resplandecían cuando les daba el sol como si fueran de oro, o si se llama así porque fue el emblema del puerto donde se descargaron las ingentes cantidades de oro de América.
La Torre, además de servir como puesto de vigilancia, tenía la importante misión defensiva de cerrar la entrada al puerto con una gruesa cadena, que cruzaba el río y se sujetaba en una torre, ya desaparecida, en la orilla de Triana. Fue esta la cadena que tuvieron que romper los marinos de Ramón Bonifaz con la flota de la Reconquista en 1248.
Tiene planta dodecagonal y está dividida en tres cuerpos; el superior, circular, es un añadido realizado por Sebastián Van der Borcht en 1760. El segundo cuerpo es de planta hexagonal, construido, al gusto almohade, en ladrillo visto; presenta paños rectangulares con decoración de rombos curvilíneos y arcos ciegos. En el cuerpo bajo se superponen tres plantas, cubiertas con bóvedas de arista. Los muros se terminan con varios semicirculares y troneras. En el remate, separando el nivel intermedio del bajo, se ven arcos ciegos lobulados, con columnilla central o ajimez.
En el siglo XVI se encontraba en estado ruinoso y fue necesario hacerle una importante obra de consolidación. El monumento aguantó hasta el siglo XVIII pero quedó fuertemente afectado por el terremoto de Lisboa en 1755.
En 1760, cuando se añadió el cuerpo alto, se arreglaron los desperfectos. Poco después se planteó su demolición para ensanchar el paseo de coches, que en aquella época estaba a orillas del río. La torre se salvó gracias a la oposición de los sevillanos, que incluso llegaron hasta el rey para evitarlo.
Un siglo después, con la revolución de 1868, la torre se puso en venta para aprovechar sus materiales de derribo y, una vez más, la acción popular logró que se quedara donde está.
El siglo XIX hace más justicia con la Torre del Oro y los románticos le devuelven su lugar de gloria junto a la Giralda, incluyéndola en las páginas de los libros de viajes como La sultana del Guadalquivir.
Esta torre no podía escapar de la leyenda y mucho menos de las que se relacionan con el rey Pedro I. Hay una tesis que dice que la torre se llama del Oro por los tesoros que el rey de Castilla guardaba allí; otras más contrastadas, dicen que lo que el rey guardaba allí erra los más preciados tesoros de su corazón, sirviendo la torre de refugio para las damas que cortejaba. Uno de los amoríos más célebres fue el que mantuvo con Doña Aldonza, la hermana de su gran amor imposible Doña María Coronel, que vivió en la torre custodiada por caballeros de confianza del rey mientras María de Padilla , la que fuera reina después de muerta, vivía en el alcázar.
Además de todo esto, la Torre del Oro sirvió como capilla y prisión; después, como almacén de pólvora y sede de las oficinas de la Compañía del río Guadalquivir. En la actualidad es el Museo Naval de la ciudad.
A la izquierda se ve el puente de San Telmo, construido entre 1925 y 1931, el cual tenía un tramo central móvil, que dejaba pasar las grandes embarcaciones hasta el puerto histórico. La abertura se sustituyó por un tramo fijo en 1960, con lo que quedó definitivamente desplazada la actividad portuaria hacia el sur.
En la ribera derecha del río se encuentra la popular calle Betis, trianera cien por cien.
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