Detrás del pabellón de Colombia se contemplan, a la izquierda, el gran pabellón de la Marina de Guerra, obra de Vicente Traver, y a la derecha, muy bien conservado, el pabellón de Marruecos, del arquitecto Gutiérrez Lesscure. Caminando en dirección a los jardines por el margen que linda con el muelle de las Delicias, aparece el puente móvil de las Delicias. Fue colocado en sustitución del antiguo puente Alfonso XIII, conocido popularmente como puente de Hierro.
Este encuentro con el río, clave esencial de la Sevilla de todos los tiempos, está estrechamente ligado a la historia de la ciudad en el siglo XX y, como si se hubiera preparado, a la fisonomía de la Sevilla portuaria del siglo XXI porque, justo detrás, se contemplan dos de los puentes construidos con motivo de la Exposición Universal de 1992.
El primero que se ve es el ya citado puente de las Delicias y, más al fondo, elevado a una altura de 43 m, se observa la silueta del moderno puente del Quinto Centenario el más grande de cuantos se han construido sobre el Guadalquivir.
El puerto histórico de Sevilla se encuentra entre Triana y las inmediaciones de la Torre del Oro, es decir, que tanto el muelle que se ve ahora como los que se contemplarán hasta llegar a los jardines de Cristina son fruto de obras recientes.
Las primeras reformas de envergadura se acometieron a principios de este siglo, cuando se intentó convertir a Sevilla en el centro económico de la región que riega el Guadalquivir.
A mediados de siglo se optó por cortar el cauce natural y el Guadalquivir de las Américas quedó definitivamente convertido en una dársena estancada. Esta es la razón por la que ahora solo se ve tierra seca enfrente, y también la justificación de que los sevillanos del siglo XX hayan sido los primeros en la historia que han vivido con la atención desviada del río.
Con las obras realizadas para el 92 el brazo muerto de río se volvió a abrir por la zona de Chapina, en las inmediaciones del histórico barrio de Triana.
El puente de las Delicias sigue abriéndose para la entrada de barcos de gran calado porque el puente de los Remedios corta el acceso de los barcos al centro de la ciudad.
El primer encuentro con el río se realiza dando la espalda a los jardines de las Delicias, que se visitan para salir al encuentro del paseo que lleva su nombre.
Los jardines de las Delicias de Arjona, inaugurados en 1825, se distinguen de los del parque de María Luisa porque Forestier los conservó con su decimonónica atmósfera de reminiscencias inglesas y con las fuentes y esculturas de dioses mitológicos y emperadores romanos, que se hicieron traer desde el Palacio Arzobispal de la cercana localidad de Umbrete y de diversos rincones de la ciudad.
Destaca una fuente procedente del antiguo paseo del Museo, coronada con una robusta figura infantil de rasgos un tanto grotescos, conocida popularmente como el Niño del Caracol.
También se puede ver la estatua del guerrero, colocada en el centro del estanque, fundida por el célebre Bartolomé Morel, el autor del Giraldillo, que estuvo originalmente en la plaza de San Francisco.
Junto a los jardines, siguiendo en dirección al centro se encuentra el pabellón de Argentina, obra de Martín Noel, con una combinación arquitectónica de líneas virreinal e indígena.
A escasos metros, antes de llegar a la glorieta del puente, se levanta la pequeña construcción del pabellón de Guatemala, con sorprendente azulejería exterior. Frente a los pabellones, en la acera del parque, se alza un monumento a Simón Bolivar, inaugurado en 1981.
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