Desde la esquina de Palos de la Frontera se retoma la avenida de Portugal para encontrar , a mano derecha, el arquillo de la entrada principal del hotel Alfonso XIII, haciendo esquina con la calle San Fernando y la histórica puerta de Jerez.
Este hotel es fruto de otra de las grandes ambiciones de la Exposición Iberoamericana de 1929, la construcción de un hotel de gran lujo, que fuera equiparable a los mejores del mundo.
El empujón definitivo llegó cuando dos grandes magnates de la industria hotelera europea, Marquet y Ghende, enviaron una carta a los promotores del certamen proponiendo su construcción.
El ayuntamiento de Sevilla ofreció el solar y el arquitecto sevillano, José Espiau, se adjudicó el proyecto en concurso público. Las obras comenzaron en 1916 y el hotel se inauguró en 1928.
El patio que ocupa un espacio de 665 m2, sirve de eje de la edificación y exhibe una ornamentación que llenó de admiración a los gustos más exquisitos de Europa.
Fue hotel Andalucía en tiempos de la República, pasó por momentos de gran crisis, sucesivos cambios de propietario, tuvo que ser remozado, y de nuevo reinaugurado por el rey Don Juan Carlos.
El ayuntamiento se hizo cargo del hotel en 1976, pero volvió a privatizarse y en la actualidad, aunque sigue siendo propiedad del ayuntamiento, la gestión es privada y se debe a la cadena de hoteles de lujo Luxury Hotels.
Con los nuevos propietarios, además de recuperar el Comedor Real como restaurante, denominado San Fernando, se acometió un minucioso trabajo de rehabilitación, que corrió a cargo del arquitecto Rafael Manzano, representante neosevillanismo arquitectónico, un movimiento que surgió en la década de los setenta del siglo pasado, del cual se puede encontrar notables muestras en la ciudad.
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