Justo enfrente de la capilla de Maese Rodrigo comienza el callejón peatonal del mismo nombre, con la fachada lateral del palacio de los Guardiola a la izquierda y los patios de la Real Casa de la Moneda al fondo.
La Casa de la Moneda se levanta sobre unos terrenos de las antiguas atarazanas medievales. Poco antes de que se levantaran los edificios que ahora se contemplan, sirvió como corral de las atarazanas o corral del Arenal. Los corrales fueron muy populares en el siglo XVI, y este, a pesar de que solo estuvo en este emplazamiento 13 años, desde 1575 a 1588, tuvo una compañía propia, que se desplazó al nuevo teatro llamado corral de la Alcoba, cerca de la puerta de Jerez.
En Sevilla existía una casa para la acuñación de la moneda desde los tiempos de la Reconquista. También había otras importantes Madrid, Segovia, Toledo y Granada, además de las nuevas que se habían instalado en distintos países americanos. Sin embargo, y a pesar de las protestas de otras ciudades, Felipe II ordenó la construcción de una nueva casa de la Moneda en Sevilla, destinada a ser única en el mundo porque por ella pasarían los inmensos tesoros de las Antillas, México, Nueva Granada, Perú, Charcas o Chile.
En la actualidad la Casa de la Moneda, tras las numerosas reformas que todavía hoy siguen realizándose, en un extremo acoge la sala del teatro La Fundición. Un espacio cultural vivo que ha sabido adaptarse respetándose la escultura original.
De frente se halla la calle de Tomás de Ibarra, más conocida, importante y concurrida cuando en el solar del edificio, que ahora ocupa la Delegación de Haciendo, se encontraba el de la antigua aduana.
La aduana de Sevilla fue una de las auténticas glorias del pasado de la ciudad. La primitiva fue establecida por Alfonso X en 1252, en una de las 16 naves de las atarazanas.
En el siglo XVI, con la gran explosión mercantil, fue el lugar donde se cobraban los derechos del Almojarifazgo Mayor y de Indias, así como donde arribaban las mercancías y donde se almacenaba y empaquetaba el mercurio del Almadén, que servía para amalgamar los minerales de plata, procedentes de Perú. En 1587, coincidiendo con la construcción de la Casa de la Moneda, se realizó un nuevo edificio, de cantería y ladrillo, planta de crucero y amplia bóveda, que, después de ser destruido en un incendio intencionado en 1792 y reconstruido en el año 1795, estuvo abierto hasta tiempos muy recientes.
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