En los últimos años, a mi pareja y a mi nos sorprenden en los regalos de navidades con algo nuevo y sorprendente que nunca hemos tenido/hecho; como el año pasado con una caja de experiencias y nos fuimos a montar a caballo por primera vez.
Esta vez ha sido una cata de chocolates en Chocolat Factory.
Cuando abrimos la caja con los cheques, se me iluminó la cara como a una niña pequeña porque estas cosas me encantan y más si es algo tan dulce. Además venían acompañadas de unas deliciosas lenguas de gato. ¡Mmmmmm.... Se me hace la boca agua solo de recordarlas!
Para ir teníamos que llamar por teléfono donde nos apuntaron en una lista para que cuando supieran la fecha del mes de la cata nos llamasen. La espera fue eterna, eternísima aunque fueron unos días se me hizo como si fueran años porque estaba super impaciente.
Cuando por fin nos llamaron, cancelamos todos los planes que teníamos para ese día porque no queríamos esperar al mes siguiente (solo hay una cita mensual). Los dos estábamos muy ilusionados de tener ya el día fijado.
En Madrid, solo hay un sitio para catar los chocolates (aunque hay más tiendas de la misma cadena, el resto no lo ofrece) y es en Centro Comercial Moda Shopping (metro Santiago Bernabeu). ¡Ojo! No vayáis cuando hay partido de fútbol en el estadio del Real Madrid porque se hace imposible usar el transporte público.
Al entrar a la tienda me recordó a la película de Charlie y la Fábrica de chocolate: había chocolate en cada estantería y rincón. Eso sí, todo muy ordenado y con gusto.
Éramos un grupo de diez personas los que íbamos a la cata. Nos sentaron alrededor de una mesa enorme. En cada sitio ya había colocado un mantel con diferentes tarritos de chocolate y su nombre o denominación de origen. Además, también había una copa y un vaso. Para cada dos personas habían puesto un cuenco con manzana y pan. Te preguntarás ¿por qué tantas cosas? Ahora, lo descubrirás.
Lo primero que hicieron fue darnos una explicación del origen del chocolate. Fue bastante interesante aunque ya lo había escuchado antes en el Museo de Chocolate Valor. Después nos pusieron un vídeo con el proceso de fabricación. Y, por último, ¡a zampar!
Nos contaron como teníamos que probar cada trocito (no lo voy a contar para que te animes a ir al igual que hice yo porque es muy curioso). Y para poder cambiar el tipo de chocolate debíamos de tomar pan, manzana, agua o vino dulce que nos daban ellos. Para mí, lo mejor era la manzana ya que anulaba totalmente el sabor en la boca del anterior cacho para poder degustar el siguiente sin tener ninguna influencia de algún otro.
Al final del todo, se salieron un poco de lo que nos habían puesto en los tarritos (ya que todos eran chocolates con leche o puros) y nos dieron a probar otras cosas que había en la tienda. ¡Qué delicia!
Mis favoritos fueron el chocolate blanco, el de caramelo y el chocolate con sal. ¡Sí Sí! Has leído bien ¡chocolate con sal! Un sabor nuevo y sorprendente. Además tiene mucho juego para hacer combinaciones.
Por cierto, todos los chocolates son sin gluten y sin aceite de palma. Así que puede ir todo el mundo a probarlos.
Además, todo lo que nos sobró de los tarritos pudimos llevarlo a casa para poder seguir comiendo a gusto en nuestros hogares.
Fue tan maravilloso este regalo (¡¡¡gracias cuñados!!!) que no dudé en comprar lo mismo para el día del padre y regalárselo al mío para que vaya con mi madre.
Nos alegramos de que os gustase tanto!!! Un beso!!
ResponderEliminarNos encantó!! Ya te digo que se me hace la boca agua de sólo pensarlo 😋
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