Hace unos meses unos familiares decidieron hacer una celebración en un restaurante de Móstoles que hasta ahora no conocía: El Galeón.
Llamaron para hacer una reserva para todos los que acudíamos al evento un sábado a medio día. Cada uno llegamos a la hora acordada.
Nada más entrar, nos encontramos con una barra de bar donde suele esperar la gente que aún le falta la mesa. A continuación, hay una sala llena de mesas y sillas para comer y a la derecha de ésta, otra habitación igual pero como más reservada. De hecho, fue en esta última donde nos sentaron.
Nada más sentarnos, nos dicen que pidamos las bebidas y junto a ellas nos trajeron unos pequeños aperitivos (paella, ensalada y tostas) en ración mini mientras nos daban los menús para poder elegir lo que queríamos.
Tardaron mucho en tomarnos nota, no sé si es porque estaban desbordados u otra cosa. Cuando nos trajeron la comida había siempre dos comensales que se quedaban sin plato y tardaban más en traérselo. No notamos un servicio óptimo como esperábamos.
Sobre la comida estaba muy buena. Yo escogí arroz caldoso con sepia, chuletillas de cordero con patatas y pimientos y de postre pudin. Muchos tuvimos que cambiar el postre porque lo que nos ofrecían, luego no lo tenían.
Aunque comimos bien, tuvimos quejas por todo lo que os he contado: tardanza en traer la comida entre plato y plato y ofrecimiento de alimentos que luego no tenían (no es que vinieran en el menú, sino que lo decían de memoria).
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