El barrio de Santa Ana concede un agradable descanso del centro y permite adentrarse en el laborioso pasado de la zona. La fabricación manual del encaje sigue tan viva como entonces, como se observa en el Kantcentrum, mientras que el museo del folclore explora como vivían y trabajaban antaño los lugareños. Enmarcan la zona cuatro hermosos molinos.
Visitar el Museum voor Bolkskunde
Este atractivo museo presenta 18 escenas temáticas que ilustran la vida flamenca del pasado (una confitería de los años treinta, un taller de sombrero, una cocina tradicional, etc). Es bastante estático pero el macro es una bonita godshuis (casa del beneficencia) y tiene un café a la antigua, De Zwarte Kat, con cervezas a solo 1,25€. Las exposiciones temporales del piso superior suelen valer la pena.
Comprar encaje en 't Apostelientje
Ubicadas las pintorescas callejuelas de Brujas, el viajero notará que casi no hay ni un alma. Los dedicados regalos y prendas de esta tienda están confeccionados con encaje auténtico, hecho a mano por dos hermanas y su madre. Es una ocasión excepcional para comprar encaje de verdad y a buen precio.
Ver hacer encaje en el Kantcentrum
Pasada la espectacular Jeruzalemkerk, el Katcentrum exhibe una colección de encaje en una hilera de viejas casitas. La atracción principal son las demostraciones de encaje de bolillos (solo por las tardes) a cargo de maestros expertos y sus estudiantes, que se reunen para trabajar y charlar en el centro cuando el viajero vea lo laborioso del proceso, comprenderá por qué las labores hechas a mano son tan caras.
Las murallas medievales
La impresionante puerta fortificada Kruispoort (en Langestraat) es lo único que queda de las antiguas murallas de la ciudad.
Los molinos de viento
Desde el siglo XIII hasta bien entrado el siglo XIX, las murallas de Brujas estaban decoradas como modens (molinos de viento); paseando junto al canal, que delimita el lado este de la ciudad, se atraviesan zonas verdes donde se alzan los cuatro ejemplares que aún quedan en pie. Todavía muelen cereales, y dos de los cuatro, el St Janhuismolen y el Koeleweimolen albergan un pequeño museo.
Tomar algo en De Windmolen
El viajero puede hace una pausa en este pintoresco café, con una soleada terraza con vistas a los molinos de Santa Ana. Territorio de lugareños, es un lugar sin pretensiones donde saborear una cerveza local.
Recorrer Potterierei
Se puede volver al centro por la serpenteare Potterierei, cuyas esquinas están adornadas con estatuas de la Virgen. Hay un pequeño puente levadizo, que recuerda a Ámsterdam.
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