Cuando uno está en un país diferente quiere ver, descubrir y sentir emociones diferentes, así como probar cualquier cosa para que no quede un vacío al volver. Eso quisimos hacer nosotros, en lugar de coger vuelos para transportarnos de una ciudad a otra con vuelos, lo hicimos con el tren bala.
Antes de nada, he de comentar que nunca he montado en AVE ni sé como va así que no puedo hacer una comparación con "la versión española" de un tren rápido, ni con otra del mundo porque era mi primera vez en algo así.
Reservamos los asientos en Kyoto, al día siguiente de llegar (antes de ponernos a hacer turismo), para Tokio. No son muy caros si se compara con otro tipo de transporte como el avión, alquiler de coche etc. (unos 50 euros cada uno). Hay que tener en cuenta que dura poco más de dos horas el viaje y no hay que pasar (hasta ahora) por controles como en los aeropuertos así que no es tan incordio porque basta con llegar cinco minutos antes de la salida (nosotros llegamos con bastante tiempo por si acaso, pero no hace falta), colocarse en el sitio indicado y disfrutar del camino.
Los asientos son muy cómodos y mucho más amplios que los aviones por lo que, aunque uno esté en ventanilla puede ir al baño sin hacer que se levanten el resto de sus butacas. Uno puede echarse una cabezada sin ser molestado o darse un paseo sin fastidiar a la persona situada en el pasillo.
Las maletas se guardan en la parte superior de los asientos en unas bandejas que hay y no se caen ya que son antideslizantes. Y puedes estar vigilándolas todo el rato para que no las roben. Aunque esto es una cosa que dudo que ocurra porque en Japón he visto muy poca delincuencia y mucho respeto hacia los demás, cosa que se agradece un montón.
La verdad es que salí encantada con este tren y si se me presenta la posibilidad de volver a usarlo o algo parecido, no lo dudaré; me gustó mucho más que ir en avión, en autobús o en coche.
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