Roppongi Hills, terminado en el 2003, ocupa más de 11 hectáreas y alberga el principal museo de arte contemporáneo de la ciudad, el Museo de Arte Mori, un mirador, tiendas, docenas de restaurantes y un jardín muy formal. Es imponente, selecto y polarizante; ¿una maravilla arquitectónica, una gran visión hecha realidad o un vulgar santuario al consumismo desaforado? Que el viajero explore este laberinto urbano y decida, pero para comprender el Tokio contemporáneo hay que visitar Roppongi Hills.
El Museo de Arte Mori no tiene exposición permanente. Ofrece originales piezas a gran escala de los principales artistas y movimientos locales y extranjeros.
El museo comparte entrada con el mirador Tokyo City View, que rodea ala planta 52 a 250 metros de altura. De noche, la vista es espectacular. Si hace buen tiempo, se puede salir a la azotea Sky Deck.
La plaza al aire libre junto a la entrada a pie de calle es el "habitat" de una de las gigantescas arañas, Moman de Louise Bourgeois. Alrededor del complejo hay otras maravillas escultóricas.
El diseño del Jardín Mohri está inspirado en los jardines más populares del periodo Edo. Este jardín combinado con las flamantes torres, ofrece una fascinante visión del lujo de ayer y del de hoy.
El 21-21 Design Sight es un espacio para las exposiciones y el análisis dedicado al diseño en todas su formas. Es el referente de los entusiastas locales del arte, sean diseñadores o espectadores. El espectacular edificio de hormigón y cristal es obra del Premio Pritzker Tadao Andō.
Desde la inauguración del Museo de Arte Suntory en 1961, este museo ha apostado por el arte de lo cotidiano. Las exposiciones se centran en la belleza de los enseres útiles: la cerámica japonesa, los objetos lacados, los tintes, los tejidos y demás. Su enclave actual en Midtown, diseñado por el arquitecto Kengō Kuma, es la vez sencillo y espectacular.
Con un diseño y una planificación parecidos a los que dieron fama a Roppongi Hills, el elegante centro Tokyo Midtown tiene bares, tiendas y galerías de arte, además de un hotel y frondosas zonas verdes. Las mecánicas suben junto a cascadas artificales de rocas y cristales, y los puentes suspendidos se alinean con lámparas washi y maceteros en los que altísimos tallos de bambú apuntan a las grandes torres.
La Torre de Tokio sigue siendo un poderoso símbolo del renacimiento de la ciudad tras la Segunda Guerra Mundial. Con 333 metros de altura, supera en 13 metros a la Torre Eiffel, que inspiró su diseño. Está pintada de naranja y blanco para cumplir la normativa de seguridad de la aviación internacional.
El mirador principal se halal a 145 metros de altura. El Tokio Sky Tree ofrece vistas más elevadas y también más caras.
El Zōjō-ji es un de los templos más importantes de la escuela budista jōdō y data de 1393. Era el templo funerario de la dinastía Tokugawa. Es espectacular, sobre todo la puerta principal, Sangedatsumon, construida en 1605, con tres secciones que simbolizan los tres estadios que hay que superar para alcanzar el nirvana. La Dalbonso es un mole de 15 toneladas considerada una de las tres grandes camapanas del periodo Edo.
El centro nacional de Arte de Tokio, diseñado por Kisbō Kurowaka, no tiene una colección permanente pero alberga el mayor espacio expositivo del país. Hasta ahora ha acogido exposiciones sobre Renoir y Modigliani, entre otras, y el Japan Media Arts Festival. Son dignos de admirar la fachada de cristal ondulante del edificio, sus cafés y la gran tienda Souvenirs From Tokyo.
El santuario Nogi-jinja rinde homenaje a Nogi Maresuke, genral de la guerra ruso-japonesa. En 1912, tras el sepelio del emperador Meji, Nori y su fiel esposa se suicidaron de forma ritual para seguir los pasos de su señor. en el recinto se organiza un mercadillo de antigüedades el cuarto domingo de cada mes.
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