domingo, 31 de marzo de 2019

Resto de Jaén (España)

Bajando por Misericordia y San Miguel, se entra en la plaza de Santo Domingo. Desde aquí, la Cuesta de San Miguel baja hasta la plaza del mismo nombre, a la que llega Fernando IV, que baja trazando una amplia curva hasta Millán de Priego, calle principal, que surgió a partir de la ronda exterior de la muralla, a la que abrían por aquí las puertas del Aceituno, Sol, Baeza y Sasn Agustín, y a la que la gente del común llama de El Arrabalejo, por el barrio en el que se encuentran. En ella quedan vestigios de la vieja muralla, por ejemplo, en su confluencia con Molino de la Condesa, donde estuvo la puerta del Aceituno, restos que han quedado integrados en el teatro infanta Leonor, ejemplar edificación realizada bajo la dirección del arquitecto José Manuel Pérez e inaugurado en 2008.

En la confluencia con la calle Fernando IV, se sitúa la fuente del Arrabalejo, uno más de los pilares que embellecen Jaén. Data de 1554 y durante mucho tiempo se surtió del raudal de la Magdalena. Este consiste en un abrevadero con dos surtidores y un muro de sillares de tres cuerpos separados por cornisas, el segundo con emblemas de la época y tanto este como el superior adornados con roleos.

Subiendo por Quero y Alguacil, enseguida se descubren los muros de la que fuera iglesia parroquia de San Andrés, hasta su clausura como tal en 1843, y en la cual se sitúa la que llaman Santa Capilla de San Andrés, uno de los conjuntos religiosos más notables de Jaén. El conjunto del edificio fue declarado Monumento Histórico-Artístico en 1931.

A los pies del templo, en la nave de la derecha se sitúa la Santa Capilla, tras un gran arco de medio punto con abundantes yeserías, que le sirve de acceso, cerrado por una extraordinaria reja de hierro forjado y estilo renacentista labrada en 1523 por el célebre maestro Bartolomé. El retablo es barroco, lo labró Andrés Bautista Carrillo en el siglo XVIII. En su única calle se abre un camarín en el que figura una muy buena imagen de la Inmaculada, tallada por Felipe de Meca. En la sala de Juntas de la cofradía se mantiene una exposición permanente con objetos sacros e históricos de la Institución, destacando un gran óleo con la imagen del Cristo del Lagar, una Piedad de Van Dyck, lienzos de San Francisco de Pauda y Santa Bárbara y el facistol del coro, de llamativo tamaño. En la planta alta se encuentra la Sala Capitular, la Biblioteca y el Archivo. Este particularmente relevante, ya que guarda una rica documentación que se extiende desde el siglo XVI hasta la actualidad.

El Monasterio de Santa Clara se encuentra en la calle de su nombre y, desde la Santa Capilla, se llega a él subiendo a través del entramado de bellas callejuelas que constituyen la antigua Judería de Jaén. Son calles sumamente estrechas y bastantes empinadas, recoletas, silenciosas, con casas de gran empaque, que conservan casi mágicamente la memoria de los tiempos idos.

El monasterio, de Franciscanas Clarisas, fue fundado por Fernando III en el siglo XIII, inmediatamente después de su entrada en la ciudad. La iglesia actual data del siglo XVI, prolongándose su construcción de 1539 a 1575. Tiene planta rectangular, con dos coros, alto y bajo,y una bella armadura mudéjar. Aquí se encuentra la sobrecogedora imagen del Cristo de las Misericordias, una de las más apreciadas por los jiennenses, conocido como El Cristo de Bambú, realizada en el siglo XVI por un autor anónimo y perteneciente a la Hermandad de los Estudiantes, que la saca en procesión el Lunes Santo. La edificación cuenta también con un elegante claustro, uno de los más bellos de la ciudad, cuya traza se atribuye a Franciso del Castillo el Mozo.

La calle Santa Clara sube hasta la tranquila plaza de los Caños, en la que se encuentra la fuente de los caños, una fuente renacentista realizada en los años sesenta del siglo XVI por Francisco del Castillo el Mozo, probablemente, la más bella de la ciudad. Cuenta con un gran pilar-abrevadero adosado a un potente muro de sillares, cuyos laterales se encuentran embellecidos por cariátides. El agua, que brota de la boca de tres niños ubicados en hornacinas, llegaba en otro tiempo del raudal de la Magdalena.

Desde la plaza de los Caños, baja en línea recta la calle Arroyo de San Pedro, cuyo nombre hace referencia a los numerosos arroyos y regatos que en otro tiempo cruzaban la ciudad a cielo abierto. En muchas de las calles, existieron puentes para cruzarlos. Hoy, la umbrosa calle, luce un melancólico esplendor, con sus casa impolutas, muchas de ellas con aire señorial. La calle llega hasta la plaza de San Agustín, arbolada de magnolios y jacarandás, entre otras especies, y con una hermosa fuente por la que mana el agua a borbotones. Un poco más abajo está la plaza de Jacinto Higueras, el rumor de cuya fuente se oye bastante antes de llegar a ella. Luce un busto dedicado a este grane escultor jiennense, de Santisteban del Puerto. Enseguida está ya la plaza de los Jardinillos, lugar muy significativo de Jaén, de mucho tránsito, centro de una de las zonas comerciales ma´s interesantes de la capital. Fue ajardinada en los años veinte del siglo pasado y ampliada en 1939.

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