Como os comenté en la primera parte de Córdoba, voy a dividir la ciudad en cuatro entradas porque realmente no nos dejamos ningún rincón sin visitar y aunque parezca una ciudad pequeña tiene mucho que ver. Hoy toca hablaros del segundo día que anduvimos por los escondrijos de este maravilloso sitio.
La primera parada que hicimos fue en la Colegiata de San Hipólito, regentada hoy por los jesuitas. La cabecera del templo es gótica -de los pocos ejemplos que el gótico puro dejó en Córdoba- y el resto, barroco. Fue terminada por Sánchez de Rueda en 1736, según el diseño de Juan de Aguilar. En el coro de la antigua colegiata están enterrados. Alfonso XI y Fernando IV. En la misma acera puede contemplarse el edificio del Gran Teatro, hermoso coliseo construido en el año 1996.
La avenida del Gran Capitán forma ángulo recto con la de los Tejares, vía de abundante circulación y ajetreo urbano. En la zona hay muchos bares, pubs, restaurantes, comercios y unos grandes almacenes. Se continúa por la avenida del Gran Capitán hasta la esquina con la calle Reyes Católicos, en donde se conserva el único edificio cordobés con una arquitectura genuinamente modernista. El inmueble fue proyectado por Castiñeira y actualmente es sede del Colegio de Arquitectos.
Por la calle de San Zoilo y tomando a la derecha la calle de Capuchinas, llegamos a una placita en donde está enclavada, entre palmeras, la estatua del obispo cordobés Osio, realizada por Coullaut Valera.
Al fondo se encuentra el convento de las Capuchinas del año 1725. Descendemos por la calle Alfonso XIII que anteriormente se llamo del Liceo, porque en ella se encuentra instalado el Círculo de la Amistad, centro artístico y literario, uno de los mejores casinos de España, con regusto burgués y decimonónico. Fundación liberal creada en el año 1842 en el edificio desamortizado del convento de Nuestra Señora de las Nieves, a la que en 1854 se unió un grupo de cordobeses creando la entidad que perdura con el nombre que indica acerca de la antigua fusión. Los patios conservan el aire del convento extinto. En el salón principal hay una colección de lienzos que narran la historia cordobesa y en la escalera cuadros juveniles, románticos, de Julio Romero de Torres.
Delante de la fachada que da a la calle Claudio Marcelo, popularmente conocida como calle Nueva, se alzan las imponentes columnas frontales de un templo romano de grandes proporciones.
Se trata, según las investigaciones del porfesor García Bellido, de un templo hexástilo, destinado al culto del emperador.
Se han conservado, además de dos capiteles y algunos tambores de los fustes, la planta y el ara; es de mayores dimensiones que el de Nimes y debió de consagrarse en la época de los emperadores Flavios.
Cruzando la calle Capitulares se encuentra la iglesia de San Pablo, antiguo convento dominico que se asienta, según unos, sobre un circo romano en el que recibían martirio los cristianos y, según otros, sobre un palacio almohade.
Frente a la casa de los Luna se haya la iglesia de San Andrés, también fernandina, pero sumamente transformada, siendo lo más destacable la portada renacentista del muro oeste. En el predio que ocupa la iglesia existió un tempo romano y, posteriormente, la basílica de San Zoilo, que adquirió notoriedad en la época visigoda.
Se recorre la calle Alfaros, antigua calle de Carnicerías, divisoria de la ciudad alta y la ciudad baja, como se aprecia, ostensiblemente, cien metros adelante, subiendo la cuesta de Bailío.
Según se asciende esta cuesta, se encuentra, a mano derecha la pared del huerto de los capuchinos y, arriba, la serena espadaña del convento de los Dolores, tamizada por una buganvilla de color púrpura, y la noble fachada de factura plateresca de la casa del Bailío que, en la actualidad, alberga la Biblioteca Viva de Al-Andalus, creada por la Fundación Roger Garaudy.
Por un angosto callejón se llega hasta la plaza de Capuchinos, conocida también como de los Dolores o del Cristo de los Faroles, por el crucificado en piedra de finales del siglo XVIII que ocupa su espacio central.
Es una plaza indefinible, encalada, de estremecedora simplicidad, con un silencio palpitante que conmueve al espectador.
A la izquierda de la plaza se encuentra el antiguo hospital de San Juan y San Jacinto, para enfermos incurables. Este hospital es vulgarmente conocido como el convento de los Dolores, pues en su pequeña iglesia, en un camarín barroco decorado con espejos, se venera la Virgen de los Dolores, talla del granadino Juan Prieto. Una Dolorosa que mueve sobremanera la devoción de los cristianos cordobeses. La fundación del hospital data de 1596 y la de la recogida iglesia del siglo XVIII.
Se sale de la plaza por la calle Cruz Conde, una de las vías más comerciales de Córdoba, y al llegar a la confluencia con la calle de Góngora, se toma ésta hasta llegar a una especia de plaza donde está enclavada la iglesia de San Miguel, templo fernandino que cuenta con un gran rosetón en su fachada principal El estilo de la iglesia es, como su portada, romántico-ovijal, y en la nave de la epístola se conservan elementos mudéjares, sobretodo en la capilla bautismal. El retablo del altar mayor, realizado en mármol rojo, es del siglo XVIII, y en él figuran los arcángles Miguel, Gabriel y Rafael.
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