La Torre de la Malamuerta, muy bien conservada, es una torre albarrana unida a la muralla, que se edificó en el siglo XV. Recibió el nombre popular que ostenta en la actualidad a raíz de un trágico legendario suceso, de tinte pasional, que guarda cierta relación con ella.
Por la calle de Santa Isabel se llega a la iglesia de Santa María de Aguas Santas, la más antigua de la ciudad, según se cree fue fundada en el siglo VII, cuando reinaba el visigodo Liuva.
Con posterioridad, fue reconstruida en estilo fernandino. Llaman la atención los cuatro contrafuertes de la fachada, del siglo XIII, y su morfología compacta y recia, que recuerda una fortaleza militar. La torre es del siglo XVI. En el interior destaca la capilla de los Orozco, de estilo mudéjar, ocupada actualmente por la sacristía.
Frente a la iglesia, se encuentran el convento de Santa Isabel y la plaza del Conde Priego.
El convento, hablando por religiosas franciscanas, fue fundad en el año 1491. Tiene un apacible patio en el que se alza un imponente ciprés. Además, en él se puede adquirir finos dulces confeccionados por manos de monja.
En esta plaza, cuya fachada izquierda es el muro encalado del convento, estuvo al fondo, el palacio de dicho conde.
Desde el año 1951 está instalado el monumento a Manolete, grupo escultórico creado por Laviada.
El famoso diestro pasaría su infancia en este barrio de Santa Marina, uno de los más populares de la ciudad, en él nacieron destacas destacadas figuras de la tauromaquia y en él habitaron, hasta que su humilde industria se extinguió, los famosos piconeros.
Se sube por las calles Custodio y Mariano Amaya, que dejan frente al convento-hospital de Jesus Nazareno. Aquí se rinde culto a un hermoso Cristo con la cruz a cuestas, tallado en planta por Ocampo, y una delicada Dolorosa de escuela italiana. Al final de la calle está la plaza de San Agustín, lugar popularísmo, con el convento dominico del que toma su nombre.
La iglesia ha padecido los avatares de la historia junto con los estragos del tiempo. Su construcción data de la primera mitad del siglo XV. Con posterioridad sufrió muchas reformas, la principal de las cuales se llevó a cabo a comienzos del siglo XVII, en que se adaptó el edificio a los gustos del barroco, imperante en aquel momento. La última intervención, que ha durado más de veinte años, se ha realizado a caballo de los siglos XX y XXI. Con ella se han recuperado enteramente las muy hermosas pinturas que decoran la bóveda de la nave central, obra del pintor sevillano Juan Luis Zambranoasí como la totalidad de las que cubren cúpula, pilares y resto de los muros. Las abundantes y espesas yeserías, propias del estilo barroco, así como la abundancia y colorido de las pinturas, convierten el edificio en la joya más preciada del barroco religioso cordobés y en uno de los más singulares de Andalucía.
En la plaza de Don Gome, el palacio de Viana es uno de los mejores ejemplos de casa solariega cordobesa. Hasta 1980 fue residencia de los marqueses de Viana, de los que recibe su nombre, habiéndolo vendido en esta fecha doña Sofía Amelia de Lancaster a la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Córdoba (Caja sur), entidad que lo conserva como museo y como lugar de encuentros culturales. La decoración y disposición de las estancias se mantienen tal y como las dejaron sus últimos propietarios. En la actualidad está catalogado como Monumento Histórico-Artístico Nacional y Jardín Artístico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario