En una de mis escapadas a Barcelona para visitar familiares y conocer esa hermosa ciudad, descubrí un pequeño rincón de Salamanca en un local muy cuco a pie de playa: El restaurante Salamanca. El dueño es un salmantino llamado Silvestre que recibe a cualquier persona que vaya a comer allí con los brazos abiertos (y todavía más si hay algún paisano suyo).
Aunque en un principio yo tenía muchas ganas de ir al mismo que visitaba siempre, el Can Cargol Blau (porque adoro los caracoles de este sitio), el descubrir un sitio nuevo con comida deliciosa estuvo muy bien. He decir que me encantó y no me importaría repetir otra vez que vaya a Barcelona.
Me acuerdo que al entrar, lo primero que pensé fue en comer comida típica de Salamanca, pero yo no quería irme de Barcelona sin comer algo típicamente de allí así que al final me comí el pan tumaca y la butifarra. ¡Delicioso!
El menú diario individual estaba a un precio bastante asequible y venían varios platos a elegir para primero, segundo y postre (varían según el día y hay comidas de distintas regiones); además incluía la bebida, un pequeño aperitivo y también el café o la infusión; por lo que salimos todos los que estábamos allí muy satisfechos y llenos de comer tanto.
Un consejo: si uno no quiere engordar mucho, es mejor que se ponga a hacer ejercicio tras toda la comilona para poner quemar todas esas calorías que se han ingerido.
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