Dicen que el nombre de Espera procede de Hespero, rey cuya existencia se remonte al año 657 antes del diluvio universal, 1659 años antes del nacimiento de Cristo. Para el fraile Pedro Mariscal (1731), este Hespero mandó construir un castillo para contemplar el firmamento. Añade la leyenda que acabaría convirtiéndose en estrella, vesper, lucero de la tarde.
Cierta o no la leyenda, la verdad es que Espera tiene remoto origen, con hallazgos de restos arqueológicos prehistóricos. A pocos kilómetros de la ciudad se encuentran las ruinas de Carisa, grande y poderosa ciudad íbera que andando el tiempo se iba a convertir en romana (quedan en pie restos de la gran muralla que rodeaba a la urbe) y visigoda. Con la llegada de los árabes se producirá la destrucción de Carisa, ya nunca más habitada.
Es solo parte de la rica historia de una villa situada junto al cerro de Fatetar, a 86 km de Cádiz y 22 km de Arcos por la A 393 en dirección Utrera (Sevilla).
Ciudad de unos 4.000 vecinos, en la ruta de los pueblos blancos, de cuya morfología participa, son sus monumentos más importantes la ermita en donde se venera al Cristo de la Antigua, la iglesia parroquial de Santa María de Gracia, de bellísimo retablo mayor, y la casa de la Cilla, actual molino de aceite.
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