Puerta de entrada a los pueblos blancos, y al decir de muchos uno de los más hermosos de España, se encuentra Arcos de la Frontera, a 100 km de Algeciras, sobre una elevación de 260 metros de altura sobre el nivel del mar.
No es solo su tajo impresionante, a cuyos pies discurre el río Guadalete, ni sus monumentos, de tan excepcional belleza y calidad, es todo su entorno de feraces huertas de almendros y naranjos, vides y olivares, que producen aceites y vinos de mesa magníficos, sus fincas de ganaderías de reses bravas y formidables caballerías, y la riquísima historial del solar, entrada de la sierra, frontera de los Cádiz, los que dan a la ciudad de Arcos su explendor y su importancia.
La huella humana en Arcos arranca en la Edad del Bronce, como prueban los hallazgos de hachas de piedra y vasijas. En sus inmediaciones habitaron romanos, visigodos y árabes, hasta la conquista del territorio por Fernando III y Alfonso X.
El caserío asciendo blanco y por calles estrechas hacia las torres de sus dos iglesias principales, Santa María y San Pedro. Resulta recomendable detenerse de vez en cuando para observar la sencilla elegancia de fachadas y portales, las perspectivas sorprendentes y caprichosas que aparecen en las esquinas, todo enmarcados por un cielo azul... porque en Arcos se vive el milagro de una ciudad increíblemente conservada y bellísima.
Santa María, que es el nombre familiar con que los arcenses llaman a la iglesia de Santa María de Asunción, declarada monumento nacional, es una construcción del siglo XV, reformada durante el siglo siguiente. La portada principal es gótica de transición al plateresco. La alta torre, de 37 metros, que preside la abierta plaza tras de la cual esta el tajo y, a sus pies, el río, es el punto más elevado de la ciudad, desde cuyos balcones puede contemplarse Arcos de la Frontera en todas sus direcciones.
Son tres las naves que tiene, amplias y de igual altura, que nos parecen de catedral, con gruesos pilares labrados que sostienen las bóvedas de crucería. El retablo mayor, realizado a lo largo de 23 años, lo forman tres cuerpos y ático, columnas dóricas, jónicas y corintias y es, como el coro y las capillas laterales, de una calidad poco común. Se pueden contemplar, asimismo, pinturas murales del siglo XIV, de las más importantes del gótico andaluz.
La iglesia de San Pedro, otro templo espléndido de la ciudad, siempre ha competido con Santa María. De estilo gótico-renacentista, su retablo es de etilo plateresco y en él se narran pasajes de la vida de San Pedro y San Jerónimo.
Otros monumentos de gran interés son el convento de la Encarnación (con una sobresaliente fachada plateresca), el convento de San Francisco y el de San Agustín, con un excelente retablo del siglo XVII. La iglesia de la Caridad, de finales del siglo XVI, es uno de los principales monumentos de Andalucía de estilo colonial. La iglesia del Hospital de San Juan de Dios es barroca y la de la Misericordia tiene primorosa portada gótica.
En su arquitectura civil deben destacarse el castillo de los Duques, construcción árabe que sirvió de residencia a los Taifas de Arcos, del que se conservan dos torres, siendo su estructura actual del siglo XV; el Arco de Matrera, última puerta del recinto amurallado, y la casa del Conde del Águila, en la Cuesta de Belén de 1340, casi con seguridad la portada más antigua de Andalucía.
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