Tras pasar la segunda noche en Oporto un poco más relajadas puesto que no íbamos de un sitio para otro con el coche, nos tocaba ponernos de nuevo en marcha hacia el siguiente destino: Guimarães donde nos lo pasamos bomba visitando las cuatro cosas que podíamos ver antes de irnos.
Fuimos al Palacio Vila Flor que se encuentra a unos 10 minutos andando (cuesta arriba) de la Alameda de S. Dámaso (que bordea todo el casco histórico), un edificio histórico de grandes dimensiones mandado construir en el siglo XVII por la familia Carvalho. Tiene dos plantas de altura cuya fachada está decorada con las estatuas de los primeros Reyes de Portugal. Está rodeado de unos jardines en los que hay una fuente barroca de piedra. Como dato histórico, en este palacio tuvo lugar la Exposición Comercial e Industrial del municipio de Guimarães en 1.884. El palacio fue restaurado en el año 2.005, y ahora es utilizado como sala de exposiciones temporales del Centro Cultural Vilaflor, que se encuentra justo al lado. En los jardines tienen lugar conciertos y espectáculos (el verano pasado cuando yo lo visité se estaba celebrando el Festival Manta).
Después visitamos el Castelo São Mamede que está a las afueras del casco histórico (aunque se puede ir a pie dando un paseo de unos 20 minutos), en el Monte Latito, conocido como la "colina sagrada". Está Clasificado como Monumento Nacional desde el año 1.910. Fue construido en el siglo X por la Condesa Mumadona Dias para defender el monasterio de había fundado de los ataques de los moros. En él se libró la batalla de San Mamede en 1.128, relacionada con los orígenes de Portugal como nación. Fue ampliado en el siglo siguiente por el conde Henrique de Borgoña, que estableció en él su corte, y posteriormente durante los reinados de Dinis y Joao I. A partir del siglo XV dejó de tener función defensiva y tuvo usos de lo más variopintos como cárcel política o pajar. Tras años de abandono fue rehabilitado y se abrió al público para su visita en 1.940. El castillo consta de 7 torres cuadradas con almenas construidas sobre la roca, destacando especialmente la Torre del Homenaje, de 28 metros de altura, a la que se puede subir. Puede recorrerse el perímetro a través de una pasarela superior que rodea el patio de armas.
También fuimos a la Igreja de Nossa Senhora da Consolação e Santos Passos cuyas torres se ven desde la mayoría de puntos de la ciudad que por la noche están iluminadas con pequeñas lucecitas de colores cuando son las fiestas. El entorno me pareció una auténtica preciosidad; se halla al final del Largo República do Brasil, una amplia avenida con unos maravillosos jardines y esculturas. La iglesia es comúnmente conocida como Iglesia de San Gualter, y está dedicada al patrón de la ciudad, cuyos restos fueron hallados en la cercana iglesia de San Francisco cuando ésta estaba siendo rehabilitada. Su construcción data de finales del siglo XVIII, fue diseñada por André Soares, aunque fue terminada en el XIX por Pedro Ferreira, que le añadió las apuntadas torres.
Vimos el Santuário da Penha que es un importante centro de peregrinación del norte de Portugal, y se encuentra a unos 7 Km del centro de la ciudad, en la cima de la Montaña de Penha, desde donde hay unas vistas espectaculares de la ciudad y del bosque. Si se sube en Teleférico hay que caminar unos 5 minutos por un sendero desde la parada donde te deja hasta la base del Santuario. Está situado en una enorme explanada con fuentes en el pavimento, donde se suelen poner los típicos fotógrafos de principios de siglo con un caballo de madera. El Santuario fue construido a mediados del siglo XVII y está dedicado a la Virgen Nuestra Señora De Penha. Lo más destacable de la fachada es la torre campanario y la escalinata de entrada. En el interior, tiene planta rectangular y una sola nave; no tiene grandes retablos, únicamente el altar mayor con la imagen de la Virgen, y grandes vidrieras emplomadas en las paredes laterales. El segundo domingo de Septiembre es cuando se celebra una multitudinaria peregrinación, aunque hay afluencia de fieles durante todo el año (es algo parecido a Santiago de Compostela en España). En el Salón Noble del Santuario hay un centro de interpretación en el que se exhiben tantos objetos religiosos relacionados con la devoción a la Virgen de Penha, como paneles explicativos acerca de la flora del entorno natural de la montaña.
Por último fuimos a ver El Padrao do Salado que es una construcción que se encuentra en el Largo da Oliveira de Guimarães, y es un monumento único en Portugal por sus características. Su construcción fue ordenada en 1.342 por el monarca de Portugal Dom Afonso IV para conmemorar la victoria en la batalla de las orillas del río Salado, en Tarifa, Cádiz. En la batalla do Salado, los portugueses combatieron aliados con los castellanos contra los musulmanes, sufriendo el Islam su primera gran derrota desde la batalla de Poitiers. Esta victoria genero un importante optimismo belicista en las cortes europeas y Roma, renovando las ansias de cruzadas. Tras esta batalla Alfonso IV de Portugal pasó a la historia con el sobrenombre de O Bravo. El monumento conmemorativo es un porche con bóveda de piedra que descarga su peso sobre cuatro arcos apuntados sustentándose sobre pilastras, con labras y molduras de gusto románico, que alberga un crucero. En el vértice de los arcos están grabadas las armas de Dom Afonso IV, y en la base del crucero las armas de la Casa Real Portuguesa. Todos los 14 de Agosto se celebra aquí la conmemoración de la batalla que dio origen al monumento.
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