Desde que se inauguró en 1.886 la Estatua de la Libertad ha dado la bienvenida a los millones de inmigrantes que han llegado al puerto de Nueva York en busca de una vida mejor. Hoy recibe a millones de turistas, muchos de los cuales suben hasta su corona para gozar de una de las mejores del perfil urbano de Nueva York. Cerca se halla Ellis Island, puerta de entrada de Norteamérica para más de doce millones de inmigrantes entre 1.892 y 1.954. En la actualidad alberga uno de los museos más apasionantes de la ciudad, homenaje a aquellos aguerridos inmigrantes.
Estatua de la Libertad
El 28 de octubre del 2.011, una vez concluidas las celebraciones del 125 aniversario de la Estatua, la corona, el museo y el pedestal se cerraron para someterse a unas reformas exhaustivas; su reapertura se realizó a finales del 2.012. Desde entonces, los visitantes pueden volver a subir los 354 empinados peldaños hasta la corona, desde donde se contemplan unas vistas impresionantes de la ciudad y el puerto. Sin embargo, el acceso a la corona está muy restringido y hay que reservarlo con antelación. Se puede solicitar hasta un año antes y el máximo son cuatro entradas por personas.
"La Libertada iluminando al mundo", uno de los símbolos más prototípicos de Estados Unidos, fue una iniciativa conjunta de Estados Unidos y Francia para conmemorar el centenario de la Declaración de Independencia. El proyecto se encargó al escultor Fréderic-Auguste Bartholdi, que tardó casi 20 años en ver realizado su sueño; una enorme estatua hueca que dominara el puerto de Nueva York. La construcción se demoró por problemas estructurales, que se resolvieron gracias a la maestría del célebre ingeniero Gustave Eiffel. La obra terminó finalmente en Francia en 1.884. Sus 350 piezas, repartidas en 214 cajas, fueron enviadas en barco a Nueva York, donde se montaron durante cuatro meses y se colocaron sobre un pedestal de granito. Su espectacular inauguración en octubre de 1.886 incluyó un desfile triunfal con una flotilla de casi 300 barcos. La Estatua de la Libertad fue declarada patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1.984.
Ellis Island Immigration Museum
El Immigration Museum de Ellis Island es un emotivo homenaje a los inmigrantes que forjaron el país que hoy es Estados Unidos. Se calcula que el 40% de los estadounidenses actuales tienen al menos un antepasado que pasó los trámites aduaneros en esta isla. Para aprovechar al máximo la visita se recomienda la audioguía de 50 minutos que alquilan en el vestíbulo del museo. Incluyen atracciones procedentes de varias fuentes: historiadores, arquitectos y los propios inmigrantes, que ilustran la colección del museo, integrada por objetos personales, documentos oficiales, fotografías y fragmentos de películas.. Es una experiencia evocadora, llena de recuerdos personales que reviven en el mismo escenario donde tuvieron lugar.
La colección se divide en varias exposiciones permanentes y temporales. Si no se dispone de tiempo, se puede saltar la titulada Journeys: the Peopling of America 1.550-1.890, del primer piso, y centrarse en las del segundo, más interesantes. La primera Through America's Gate, que ocupa la bella sala abovedada del que fuera registro central, detallada el proceso por el que pasaban los recién llegados, a los que se señalaba con tiza si se sospechaba que estaban enfermos y se les sometía a un examen ocular y un cuestionario de 29 preguntas. La segunda explosión, Park Immigration Years, analiza los motivos que llevaron a estas personas a abandonar su hogar y las dificultades que tuvieron que afrontar para iniciar una nueva vida en América. En la tercera planta, Restoring a Landmark resume el auge, declive y recuperación del edificio; sus escritorios, sillas y otros objetos originales resultaban inquietantes. La audioguía ofrece información adicional para profundizar en las colecciones y en la historia de la isla. Si no se alquila, en las exposiciones hay audífonos que reproducen testimonios de inmigrantes grabados en la década de 1.980. Otra posibilidad es realizar la visita gratuita de 45 minutos con un guía.
American Immigrant Wall of Honor y ruinas del Fort Gibson
Desde la exposición Journyes: the Peopling of America de la primera planta se accede a un muro con los nombres de más de setecientos mil inmigrantes. Considerado el momento conmemorativo más grande del mundo, es un proyecto benéfico en el que todo estadounidense puede grabar el nombre de un familiar inmigrante a cambio de un donativo. En la década de 1.990, las obras del muro sacaron a la luz los restos de una construcción anterior, el Fort Gibson, cuyas ruinas pueden verse en el extremo suroccidental del monumento. Edificada en en 1.808, esta fortaleza formaba parte de las defensas portuarias contra el ejército británico durante la Guerra de Independencia, junto a los fuertes Clinton, en Baterry Park, y Williams, en Governors Island. En aquella época Ellis Island no era más que 1'34 hectáreas de arena y fango. Entre 1.892 y 1.934, la isla creció espectacularmente gracias al relleno del terreno con lastre de los barcos y los escombros producidos en las excavaciones del metro.
Arquitectura del edificio principal
Tras un incendio que en 1.897 destruyó la construcción original de madera, los arquitectos Edward Lippincott Tilton y William A. Boring recibieron el encargo de construir un nuevo edificio que fuera una impresionante bienvenida a Estados Unidos. Como habían estudiado en la Ecole des Beaux Arts de París, no es extraño que escogieran la estética beaux arts. Su obra recuerda a una gran estación de ferrocarril, con regios accesos de tres arcos, enladrillado decorativo, piedras angulares de granito y miradores. La gran sala del registro de la segunda planta, con sus 103 metros de longitud, es impresionante. Bajo su techo abovedado se examinaba la documentación de los inmigrantes y se repatriaba a los polígamos, indigentes, criminales y anarquistas. Cuando el primitivo techo de escayola se estropeó por la explosión de unas barcazas de munición en el cercano Black Tom Wharf, se reconstruyó con unas atractivas baldosas con motivos en espiga, obra de Rafael Guastavino. Este ingeniero catalán fue también artífice del bello techo de ladrillo del Gran Central Oyster Bar & Restaurant de la Grand Central Terminal.
Un consejo para el barco para recorrer cada monumento de las islas: cogerlo con el estómago vacío o cuando las aguas están en calma ya que cuando hay oleaje uno puede marearse muy fácilmente
Aunque no me hayas llevado dentro de tu maleta, me alegra estar un poquito más cerca de New York con las cositas que cuentas :)
ResponderEliminarEstoy deseando repetir y se puede apuntar quien quiera ;)
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