El último destino ese día, tras Arcos de Valdevez, fue Lindoso. Otro pequeño municipio muy cerca del anterior.
Esta villa tiene dos cosas que llaman rápidamente la atención: El Castillo y los hórreos (espigueiros).
El castillo fue construido durante el reinado de Don Alfonso III (rey de Portugal) a mediados del siglo XIII para integrarlo en su política de defensa de las zonas fronterizas que después se amplió en el reinado de Don Dionisio. Jugó un papel importante durante la guerra de restauración de la independencia de Portugal, pero a finales del siglo XIX perdió su importancia militar, quedando abandonado y en proceso de degradación.
Desde los años 70 del siglo pasado, lo clasificaron como monumento nacional y se restauró. Hoy en día lo utilizan para actividades culturales promovidas por el ayuntamiento.
Junto al castillo se encuentra otro conjunto monumental formado por 50 graneros de maíz de los siglos XVII y XVIII, mostrando una belleza única arquitectónica, dispuesta en una esplanada al sol, como "guerreros formando defensa de su castillo".
Enteramente de piedra cada hórreo se basa en varios pilares, con enrejado de piedra y retomado por techos y cruceiros del mismo material.
Desde los espigueiros se pueden divisar las montañas del Parque Natural de Peneda Gerés y del Parque Nacional de Baixa Limia. Ambos parques junto con el pantano forman unas vistas preciosas.
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