Una de las cosas bonitas de mi pareja y yo es que en ciertas ocasiones nos sorprendemos con cosas (no siempre son fechas importantes, aunque la de hoy sí) y no siempre materiales sino también son momentos inolvidables y el que os traigo hoy es uno de esos detalles.
Por nuestro aniversario, me llevó a un restaurante para cenar y así celebrarlo: A vÁnvera. Me sorprendió mucho al sitio que me llevó porque era nuevo para nosotros.
Es un restaurante que mires por donde lo mires tiene elegancia por todos los lados. Me gustó muchísimo la decoración, tenía lo justo para ser bonito y no estar recargado.
El camarero que nos atendió era muy simpático y nos recomendó algunos platos que no estaban en la carta. Además el dueño/encargado (no sé muy bien cual era el cargo), también se paseó por las mesas preguntando si todo estaba a nuestro gusto; es una cosa de agradecer puesto que rara vez hacen esto y menos en los sitios que solemos ir.
Nos pedimos un único plato cada uno y luego el postre. Él se comió una pizza buenísima de jamón y yo unos raviolis de calabaza (se me hace la boca agua de solo pensar en ellos, nunca he tomado algo tan rico). Por último, nos zampamos un volcano de chocolate y helado que estaba para chuparse los dedos.
El precio no está nada mal para la pinta de lujo que tiene por lo que uno puede ir sin ningún problema y tener una experiencia gastronómica preciosa.
Salimos totalmente satisfechos del lugar con ganas de volver. ¡Qué maravilla!
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