Una de las ciudades que más me deslumbraron fue Cambados por la Torre medieval de San Sadurniño que tiene una vista excepcional. Parecida fue la impresión que lleve por las ruinas de Santa María Dozo, del siglo XVI y conquistada desde su abandono en el XIX por las tumbas del camposanto de la villa, donde literalmente ya no cabe un alma.
Otro de los monumentos que visitamos fue el Pazo de Montesacro. Un fastuoso palacio de robustos muros y garitas esquinadas que debe su construcción en el siglo XVIII al primer marqués de Montesacro. La hermosa capilla está dedicada a la Virgen de la Valvanera. Su último dueño, otro marqués, dispuso en testamento que el pazo fuese lo que en realidad es hoy, un asilo de ancianos.
Por último, vimos la Plaza y el Pazo de Fefiñáns, que son lugares de referencia de Cambados, con su torre almenada y su fotogénico balcón volado. El pazo fue de los Figueroa, de finales del XVI, con dos brazos en forma de L. Allí admiramos la bodega (cría de vino hecho con uva de albariño) y los jardines.
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