lunes, 2 de mayo de 2016

Altea (Alicante)

Durante los días festivos de Semana Santa, pude hacer una escapada a Alicante con mi pareja para desconectar un poco de la vida cotidiana y relajarnos.

Hizo un tiempo estupendo así que aprovechamos para poder visitar algún pueblo que aún no conocíamos como Altea.

Altea es un sol que tiñe de blanco todas las cosas, una bahía cerrada en sus extremos por inmensos peñascos de pura roca, un perfecto mar azul, una playa que por conservar su canto rodado sugiere un aire agreste y natural, un largo y pintoresco paseo marítimo salpicado de restaurantes y bares, y su maravilloso pueblo viejo, el “Rabal de la Mar”, el que ha quedado oculto y apretado entre el caserío bajo que le fue creciendo alrededor a través de los años. Uno sabe que está allí porque desde lejos, altísimo, ya ha visto la cúpula azul y blanca de la iglesia de la Virgen del Consuelo, pero el resto parece no existir hasta que uno empieza a subir. Entonces aparecen casas inmaculadamente encaladas, paredones donde asoman buganvillas de un morado subido, jazmines florecidos de intenso perfume enredados en preciosas rejas, calles escalonadas, empedradas, empinadas. Desde una minúscula plaza se ven sólo techos envejecidos, al subir un poco más se llega a otra desde donde ya se ve el mar.

La placidez típica de los pequeños pueblos está instalada en la antigua villa marinera; aunque ya ha comenzado a oscurecer, todavía hay ropa tendida en la calle, bicicletas sin candado olvidadas contra una pared, vecinos de toda la vida que han sacado sillas a la puerta de sus casas para disfrutar del fresco que sube del mar. Este particular encanto se mezcla de manera muy pintoresca con el halo cultural y estético que impregna a la villa. Buscando refugio e inspiración, escritores, pintores, escultores y músicos de distintas partes del mundo se instalaron en Altea en los años sesenta y setenta, provocando la aparición de galerías de arte, talleres de pintura y tiendas de artesanías, además de cierta colorida bohemia que aún hoy ronda por sus calles.

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