domingo, 22 de mayo de 2016

San Felices de los Gallegos (Salamanca, España)

Durante mi estancia en Puerto Seguro, tuve la oportunidad de visitar un pueblito que se llama San Felices de los Gallegos (aunque andando no está muy lejos, unos 9 km si lo está en coche puesto que son casi 40 km).

Lo que más me gustó de este sitio fue la historia que fue contando el padre de mi pareja mientras nos enseñaba el lugar:

Antes de la dominación romana de la Península Ibérica, el territorio del actual San Felices de los Gallegos estaba ocupado por los pueblos vettones que dominaban gran parte de la provincia de Salamanca y que dejaron su huella en los castros que aún se conservan en los parajes de "Castelmau" y "Castillo de Xuan" o "Lombo del Castillo". La ocupación romana que siguió tras la derrota de Viriato, hizo que la actual comarca del Abadengo pasase a formar parte de la provincia romana de la Lusitania, en torno al 123 a. C.

El territorio pasó a formar parte de la dependencia del obispo metropolitano de Mérida durante la dominación visigoda de la Península Ibérica. Es durante esta época cuando teóricamente se funda el núcleo de San Felices de los Gallegos entre 688 y 690 por dependientes del Obispo de Oporto, don Félix. Es a este fundación a quién debe su nombre "San Felices" por Don Félix, y "de los gallegos" puesto que los colonos habrían llegado desde la región conocida en esta época como Gallaecia, las tierras al norte el Duero.

En todo caso, aunque el topónimo "de los gallegos" se enlaza a que el obispo Félix trajera consigo para hacer la fundación una colonia de moradores de Gallaecia, la evolución histórica de la zona nos indica que dicho topónimo podría responder más bien a las repoblaciones efectuadas por los monarcas del Reino de León en las que, en todo caso, se fijó el grueso de la población del actual San Felices de los Gallegos, en sendas repoblaciones efectuadas por los reyes Alfonso VI de León y Fernando II de León. Asimismo, los sillares inferiores del primer cerco de la villa apuntarían a una primera repoblación por parte del rey Ramiro II de León en el siglo X.

En 1194 se encontraba en San Felices el rey Alfonso IX de León, tomando la villa cierta importancia con motivo de la donación que el clérigo Pelayo Moro hace al monasterio cisterciense de Santa María de Aguiar, en Figueira de Castelo Rodrigo. Asimismo, en 1291 Sancho IV "el Bravo" instituyó el Mercado del Lunes, siendo este el primer documento en que San Felices es citado como "villa", título con el que se le debió distinguir unos años antes.

Sea como fuere, el verdadero impulso a San Felices de los Gallegos llegó en 1296 cuando el rey Dionisio I de Portugal, mandó construir el castillo una vez que sus tropas habían ocupado la localidad, paso a Portugal de la villa que se confirmó en 1297 en el Tratado de Alcañices. Este acuerdo supuso también la pérdida definitiva por parte del Reino de León del área del Riba-Côa, lo que se tornará decisivo más adelante para San Felices, que se convertirá en fronterizo por dicho motivo.

En 1312 tuvo lugar el litigio entre Dionisio I de Portugal y Fernando IV "el Emplazado", por la posesión de las villas de San Felices, Olivenza, Campomor así como las del Riba-Coa. Pese a la mediación de Jaime II de Aragón el pleito no se solucionó hasta 1326, cuando San Felices se reintegró en el territorio leonés como dote de la nueva reina en los esponsales entre Alfonso XI "el justiciero" y María de Portugal, matrimonio celebrado en 1327.

Tras la muerte de Pedro I "el Cruel", en 1369, estalló un nuevo conflicto entre Enrique II de Trastámara y Fernando I de Portugal, quien cruzó la frontera y tomó la villa de San Felices como parte de sus reivindicaciones sobre el trono castellano-leonés. En 1370 se llegó a un acuerdo entre ambos con un arreglo matrimonial entre la hermana de Fernando, doña Beatriz, y el hermano de Enrique, don Sancho, que pasó a convertirse en el nuevo señor de San Felices de los Gallegos. A la muerte de Don Sancho, se trasladaron a San Felices de los Gallegos su viuda doña Beatriz y su hija Leonor, dándole un nuevo empuje a la villa, que recibió numerosos privilegios y mercedes.

La tranquilidad duró pocos años ya que, con motivo de la Guerra de Sucesión en la Corona de Castilla y León la villa fue tomada nuevamente por las tropas portuguesas que apoyaban al bando de Juana "la Beltraneja". Tras la victoria del bando isabelino en dicha guerra, San Felices fue entregado por los nuevos monarcas en indemnización a Gracián de Sessé pero los vecinos, descontentos, se levantaron en armas y pasó a ser un señorío de realengo hasta que la corona se la entregó al duque de Alba que la gravó con el impuesto de "El Noveno".

Como se ha indicado, finalmente, los Reyes Católicos ceden San Felices a García Álvarez de Toledo, primer Duque de Alba, en 1476, quedando desde entonces bajo el dominio de dicha casa ducal. El mencionado impuesto de "el noveno", una carga fiscal dada la nueva situación señorial de San Felices, debió de ser molesta para los habitantes de la Villa, que emprendieron procesos judiciales contra el pago del mismo como el presentado en 1563 ante la Real Chancillería de Valladolid, sin éxito, aunque puso freno a otros abusos del duque como el establecimiento de un estanco ilegal sobre el vino, ciertos abusos de justifica y nombramiento de cargos locales. En cualquier caso, el noveno quedó consagrado hasta el siglo XIX.

La Guerra de Independencia de Portugal, estallada en 1640, tuvo importantes consecuencias para la zona, con casi tres décadas de saqueos y escaramuzas. En este sentido, San Felices fue un punto clave en los enfrentamientos del Duque de Alba con las tropas portuguesas. De San Felices partieron varias expediciones hacia Portugal provocando continuos ataques, contraataques, saqueos a ambos lados de la frontera, robos de ganado, explotación del territorio para el sostenimiento del Ejército... que terminaron por arrasar la economía comarcal, así como los repetidios ataques a la ciudad de San Felices, como el de 1646 que destruyó el puente sobre el río Águeda. Esta situación conflictiva acabó finalmente en 1668, una vez que es reconocida la independencia de Portugal y finaliza con ello dicha guerra.

No obstante, tres décadas después la guerra vuelve a San Felices, con la llegada de Felipe V de España en 1700 al trono que desmboca en la Guerra de Sucesión Española. Desde Portugal entraron en España los ejércitos austracistas. Pese a los movimientos de tropas, la villa resguardada por la orografía no sufrió incursiones directas desde Portugal, como sí ocurrió en tierras en torno al río Águeda y Ciudad Rodrigo, que cayó en 1706 y con ella San Felices, hasta su recuperación en 1707 tras la Batalla de Almansa, tras 17 meses de ocupación portuguesa.

El siglo XIX se inicia con un nuevo conflicto bélico, la Guerra de Independencia. En ella San Felices volvió a tener un papel destacado, siendo una de las plazas fuertes en la línea defensiva de la frontera portuguesa contra las tropas francesas. En 1809, el Abadengo, junto a la comarca de Ciudad Rodrigo, cae definitivamente del lado francés, librándose combates en las villas de Lumbrales e Hinojosa. Dentro del territorio de San Felices, en las eras del "Pendón" y "La Pelea" se libraron encarnizadas batallas ocasionando pérdidas de vidas humanas y cuantiosos daños materiales como el derribo del convento de San Juan de Letrán, parte de la ermita de Jesús Nazareno y el tejado de la ermita de Nuestra Señora de la Luz, si bien la batalla definitiva se libró en el puente sobre el río Águeda, conocido como "de los Franceses" por dicho motivo. Así desde el 15 de marzo de 1809 la villa quedó en manos francesas, quedando San Felices de los Gallegos como cuartel general de los franceses en la zona. En 1811, la Batalla de Fuentes de Oñoro hace retornar a Massena a Ciudad Rodrigo y hace que el frente de la guerra vuelva a San Felices, a donde son evacuadas las tropas francesas de Almeida. En 1812, Wellington toma Ciudad Rodrigo, y con ella San Felices, que tras 3 años se libera del dominio francés y de la guerra.

Con la división territorial de España de 1833 en la que se crean las actuales provincias, San Felices de los Gallegos queda encuadrado dentro de la Región Leonesa, formada por las provincias de Leóm. ZamoraSalamanca, de carácter meramente clasificatorio, sin operatividad administrativa, que a grandes rasgos vendría a recoger la antigua demarcación del Reino de Leóm (sin Galicia ni Asturias ni Extremadura), pasando a formar parte del partido judicial de Vitigudino en 1844.

La caída del Antiguo Régimen en el siglo XIX y los consiguientes cambios en el derecho señorial llevaron a replantear la cuestión del Noveno, a través de un pleito planteado por el boticario José Manzanera Gómez, apoderado de San Felices, Ahigal y Puerto Seguro. En 1837 se inicia un proceso que remata en 1852, cuando finaliza el juicio con la victoria de los pueblos frente al Duque de Alba, consagrándose de este modo la liberación de la carga fiscal del noveno. Desde 1864, se celebra la fiesta del Noveno en conmemoración de la liberación del gravamen señorial del Duque de Alba durante los meses de mayo, así como en  Ahigal de los Aceiteros y Puerto Seguro.

El pueblo cuenta numerosos monumentos de interés, como la iglesia parroquial del siglo XVI, la Ermita del Rosario, la Ermita del Divino Cordero y la Ermita de los Remedios. Entre estos religiosos destaca la Ermita del Divino Cordero, cuya imagen del Jesús Nazareno suscita un amplio fervor popular entre los habitantes del pueblo y la comarca del Abadengo, así como en el vecino Portugal. Además en el centro del pueblo se ubica un convento de clausura de las RR MM Agustinas, con su propia iglesia. Llama a atención el campanario, separado de la iglesia principal.

Entre las construcciones civiles, destaca la Torre del Homenaje, rehabilitada a finales de la década de 1990 y que, actualmente, alberga un centro de interpretación en el que se recoge la historia del pueblo. Junto a ella también se conservan una buena parte de las murallas con almenas pertenecientes al Castillo edificado a finales del siglo XIII y principios del XIV, además de varios arcos de entrada a la población, casas blasonadas, puentes medievales, fuentes, un hospital del siglo XVI y más edificaciones que constatan la importancia de esa villa en aquella época.

Hay que añadir, la escultura íbera del verraco denominado "Burro de san Antón".

Además del Castillo o Torre del Homenaje se pueden visitar el Museo del Aceite y el Museo de la Cantería, parque temático en honor a la tradición canteros de la localidad.

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