Hace un año, os comenté que había ido al Museo de Chocolate Valor, y hoy os vuelvo a escribir, para deciros que he vuelto a ir a otro museo de chocolate, pero esta vez al de Clavileño. Aunque los dos están muy cerquita no tienen nada que ver el uno con el otro y aunque las comparaciones son odiosas, esta vez lo haré...
Todo empezó en las vacaciones a Alicante, mi pareja y yo queríamos ir a ver otro museo de chocolate. Estábamos muy ilusionados porque aunque somos adultos, este dulce nos encanta igual que a los niños pequeños... Nos levantamos muy temprano para conducir hacia allí (ya que veraneamos bastante lejillos de Villajoyosa) y como estaba muy cerca del Valor, apenas tuvimos que tirar de mapas/GPS.
Nuestra sorpresa fue que al llegar vimos que la nave era más pequeña... pero aun así teníamos ilusión por entrar y ver todas las todas las curiosidades.
Nuestra mayor decepción fue al cruzar la puerta... era una sala muy pequeña donde se exponen cuatro máquinas antiguas donde se explica con carteles cómo se hacía el chocolate, también se ve un mural con todos los envoltorios y encima de un mostrador las muestras para probar. ¡No había más!. Nadie nos explicó nada, nadie nos guió,... e incluso para comprar tuvimos que esperar a que la dependienta terminara de hablar con un colega (que por cierto llevaba más de una hora con él sin hacernos caso) para que nos atendiera...
No nos pareció un trato justo y nos desilusionó mucho. Así que sin dudar, tras salir de allí volvimos al Museo del Chocolate Valor donde nos devolvieron la sonrisa.
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