El Chrysler Building quizá sea más bonito y el One World Trade Center, más alto, pero el Empire State sigue siendo el rey del perfil urbano neoyorkino. Tras haber sido protagonista en una centena de películas, desde King Kong a Independence Day, ningún otro edificio puede alardear de representar tanto a Nueva York; subir a su mirador es una experiencia tan indispensable como comer un sándwich de pastrami en Katz's.
Miradores
El Empire State Building tiene dos miradores. El de la planta 86 está al aire libre, con telescopios que funcionan con monedas para escudriñar la metrópoli. El de la planta 102 es el más grande de la ciudad, al menos hasta que inauguren el del One World Trade Center a mediados del 2.014. Las vistas de los cinco distritos de Nueva York (y de los cinco estados vecinos, si el tiempo lo permite) son sencillamente abrumadoras. Ambos son espectaculares durante la puesta de sol, cuando el manto rojo del crepúsculo cubre la urbe.
Espectáculos de luz
Desde 1.976 las últimas 30 plantas del edificio se iluminan por la noche con una paleta de colores que representan cada estación y festividad. Las combinaciones abarcan el rojo, rosa y blanco para el día de San Valentín; el verde para el de San Patricio; el rojo y el verde para la Navidad; y el azul lavanda para el fin de semana del Orgullo Gay, en junio.
Estadísticas asombrosas
Las estadísticas de la torre más emblemática de la Gran Manzana son asombrosas: 10 millones de ladrillos, 60.000 toneladas de acero, 6.400 ventanas y 30.472 metros cuadrados de mármol. Erigida en el emplazamiento original del Waldorf-Astoria, se construyó en solo 410 días. Sus 102 plantas se elevan sobre una altura de 448'6 metros.
Consejo: El ascenso a los cielos implica un pase por el purgatorio: hay largar solas para subir. Llegar a primera o última hora evita esperas: también vale la pena comprar las entradas por Internet aunque cuesten 2 dólares más.
En la planta 86, de 22:00 a 1:00, de jueves a sábado, las vistas son amenizadas por música de saxo en directo.
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