domingo, 31 de diciembre de 2017

Muerte anunciada de una abuela

No quería despedir el año, sin hacer un pequeño homenaje a una de mis abuelas que murieron al comienzo del mismo.

Como en todas las familias, hay rarezas. Cuando yo era chiquitita, no estaba bien visto las separaciones y los divorcios, pero ya entonces existía en mi familia: mis abuelos paternos se separaron por motivos personales que no voy a contar aquí y mi abuelo se juntó con otra mujer con la que formó otra familia. Mis padres aceptaron su decisión; siempre que podíamos nos reuníamos con ellos (nos separaban unos 400 kilómetros, solo podíamos verlos en vacaciones) y cuando nacimos mi hermano y yo, nos educaron que la mujer de mi abuelo era una abuela más y sus hijos nuestros tíos sin distinguir si llevaban parte o no de nuestra sangre.

Desde pequeña, siempre he dicho que tenía tres abuelas y muchos niños y profesores no lo entendían porque lo normal es tener dos. Pero a mí no me importaba. Cuando me pedían dibujar a mi familia y siempre lo hacía con mis tres abuelitas; incluso los profesores llamaron a mis padres para que explicaran la situación.

Siempre por parte de esa familia, hemos recibido mucho amor y a mi hermano y a mí nos han tratado super bien incluso "malcriándonos" como hacen todas las abuelas del mundo con sus nietos. Nos llevaban al parque, a la piscina, nos hacían regalitos,... nos concedían todos los caprichos que queríamos y sobretodo nos daban mucho cariño.

Hay una frase de una escritora que me gusta mucho y que define perfectamente mi situación con mi tercera abuela: "Porque la sangre te hace pariente, pero sólo la lealtad y el amor te convierten en familia". Es totalmente cierto.

Cuando mi abuelo murió, su mujer nunca llegó a superarlo, lo echaba mucho de menos. Normal, es difícil afrontar esa situación cuando uno lleva toda la vida conviviendo con lo que más ama y de repente se va para siempre. 

Además, físicamente no estaba bien mi abuela, ya tenía muchas dolencias por lo que le costaba vivir sola sin depender de nadie. Por eso mismo, su hija se fue a vivir con ella, para poder cuidarla. 

Un día, mi abuela tuvo una mala caída dentro de casa mientras mi tía estaba trabajando. Con tan mala suerte, que se le formaron coágulos de sangre en la cabeza y había perdido parte de la movilidad del cuerpo, así como la memoria y el habla. Pensábamos que no iba a salir de esa puesto que los médicos tampoco tenían muchas esperanzas; pero mejoró un poco por lo que la dieron el alta hospitalaria y la mandaron a casa.

Un año más tarde, murió. Todos lo esperábamos puesto que prácticamente estaba en un estado vegetal a pesar de pequeña mejoría, por eso el título de esta entrada: su muerte estaba anunciada, pero no sabíamos cuando, simplemente era cuestión de esperar. Una tragedia así es algo peor que cuando uno no lo espera, tanto para la persona que se va debilitando hasta llegar a su fin como para la familia que va viendo como va agonizando hasta el final.

Poco a poco, la vida de todos va volviendo a la normalidad a pesar de que se la echa de menos. Y digo lo mismo que con mi abuelo: No sé dónde estarás abuela, pero desde aquí no dejamos de pensar en ti. Siempre te llevaremos en nuestros corazones.

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